Leyenda Tehuelche
“Cómo nacieron las flores”
Hace mucho, muchísimo tiempo, las
plantas aún no
tenían flores. En ese entonces vivía en el sur una bella niña tehuelche llamada Kospi,
de suaves cabellos y dulces ojos negros. Una tarde de tormenta, cuando el fulgor del
relámpago iluminaba todos los rincones de la tierra, Karut (el trueno), la contempló
asomada a la entrada del Kau (toldo) de sus padres...
La vio tan hermosa, que a pesar de que él era rústico, hosco y bruto, se enamoró locamente de ella. Ante el temor de que la linda niña lo rechazara, la raptó y huyó lejos,
retumbando sobre el cielo, hasta desaparecer de la vista de los aterrados padres de la
chica. Al llegar a la alta y nevada cordillera, la escondió en el fondo de un glaciar.
Encerrada allí, fue tanto el dolor y la pena que sintió que de a poco fue enfriándose hasta que se convirtió en un témpano de hielo, fundiéndose con el resto del glaciar. Tiempo después, Karut quiso visitarla y al comprobar su desaparición, se enfureció terriblemente lanzando bramidos de desesperación.
Tanto ruido rodó hasta el océano y atrajo muchas nubes que empezaron a llover
y llover sobre el glaciar hasta derretirlo completamente. Así, Kospi se transformó en
agua y corrió de prisa montaña abajo en torrente impetuoso. Luego se deslizó por los
verdes valles y empapó la tierra.
Al llegar la primavera, su corazón sintió ansias de ver la luz, de sentir la cálida
caricia del viento y de extasiarse contemplando el cielo estrellado por las noches. Trepó despacio por la raíz y tallo de las plantas y asomó su preciosa cabecita en las puntas de las ramas, bajo la forma de coloridos pétalos... Habían nacido las flores.
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