La Cuyancúa es una criatura de aspecto aterrorizante. Se trata de un monstruo que es una mezcla entre una víbora y un cerdo. En la cultura maya, este monstruo ya era conocido, pues se le asociaba como el mensajero de las lluvias.
Dicho de otro modo, cuando los campesinos pedían que se acercaba la Cuyancúa, sabían de inmediato que ya venían los temporales.
Por lo que se sabe, la zona en donde aparecía con mayor frecuencia era en la región norte de Izalco, sitio en el que la tierra temblaba al mismo tiempo que se escuchaba un tenebroso chillido.
Esta criatura no puede caminar, por lo que se arrastra moviendo fuertemente la tierra que se encuentra a su paso. Las personas mayores que aún dicen escucharlo en las noches de tormenta, se ponen a orar de inmediato, pues saben que se vienen tormentas muy fuertes.
En la actualidad, esta leyenda salvadoreña se ha convertido en un elemento más de atracción turística, pues se les invita a los extranjeros a acudir al balneario de Atecozol en donde los lugareños dicen que se encuentra la nueva morada de la Cuyancúa.
Otra parte del relato, nos dice que esta criatura no anuncia la llegada de catástrofes naturales a las comunidades salvadoreñas, sino que es un animal capaz de crear nuevas vertientes de agua.
Dicen las narraciones antiguas que este ente se echa en una parte seca del terreno y luego de un rato, debajo de él comienza se forma un yacimiento de agua fresca, pura y cristalina.
¿Cuál de estas dos versiones de esta leyenda del Salvador prefieres?
La Cuyancúa