suficientemente incómodo para generar un cambio ante la inacción que por años se ha permitido . Sea cual sea la respuesta , es un hecho que el enojo y la sed de justicia se presentan de manera incesante ante una cultura basada en la impunidad y en la protección de la supremacía blanca en un país con crisis de identidad .
El racismo estructural es una de las muchas problemáticas normalizadas que recorren las venas de los sistemas políticos , judiciales y sociales . Sin embargo , es posible identificarlo como una de las violencias más silenciosas y letales que afecta a las minorías que históricamente se han encontrado en desventaja . Décadas después del progreso y la lucha por el reconocimiento de las identidades afroamericanas , aún hay mucho camino por recorrer y justicia por servir . En una crisis de derechos humanos legitimada por un Estado peligrosamente activo en el discurso y a la vez pasivo en la acción , la presión social debe de contrarrestar la inacción . Black Lives Matter puede , hasta cierto punto , representar un aliento a seguir presionando a las autoridades , con el fin de que los casos impunes salgan a la luz y se coloquen justo debajo del reflector internacional y ello se traduzca en presión que no puede ser evadida . Con el proceso de elección tan cercano a las puertas de las y los estadounidenses , lo que se tiene en manos es el futuro y la prosperidad de una comunidad entera , victimizada por un sistema podrido y un Estado que lo cobija .
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