Lex Scripta Marzo 2020 | Page 23

manifestaciones extrañando a Uyinene, a Gill, asesinada por su esposo, a Leighandre, asesinada por su ex-esposo policía, y otros cuatro casos más no se hicieron esperar. Todos los casos fueron recientes (New Yorker, 2020). Sin abordar casos particulares, veamos lo que pasa en el mundo: en Francia, a finales de 2019 miles de mujeres e integrantes de colectivos feministas de #NousToutes marcharon contra la violencia de género y en honor a 130 mujeres cuyas vidas fueron tomadas por sus ex-parejas (Al Jazeera, 2019). En Reino Unido, un estudio realizado en 2018 sugiere que del total de los homicidios de mujeres perpetrados por hombres (o feminicidios como podríamos argumentar), 61% de esas mujeres fueron asesinadas por sus parejas o ex-parejas. El Femicide Census encontró que un tercio de las 149 víctimas identificadas fueron despojadas de su vida mientras intentaban alejarse de su pareja (BBC, 2020). Multitudes marcharon por las calles de Moscú para criticar al gobierno ruso que no ha hecho caso a las exigencias de las mujeres en materia de seguridad y violencia de género, en Afganistán se busca que se proteja a las mujeres de la creciente violencia sexual, en Sudán cientos de mujeres corearon: "Libertad, paz y justicia" (Al Jazeera, 2019). Ejemplos hay muchos. No confundamos el propósito de un feminicidio como concepto que aglomera aquellos casos que atentan contra la vida, la dignidad e integridad de las mujeres. Evidentemente habrán más homicidios que feminicidios, por clara mayoría numérica de casos. La lucha por la seguridad es una justa y amplia porque nos concierne a todos por igual, sin embargo, eso no significa que los defensores de esa causa tengan el derecho de deslegitimar otra igualmente justa pero distinta. 21