de forma que buscan otras maneras de cumplir con su rol
masculino, cayendo frecuentemente en actividades ilícitas,
narcotráfico y actos violentos de los que no son
necesariamente conscientes. Erick Francisco, el feminicida
de Ingrid Escamilla confesó en su declaración haber estado
drogado y expresó que “le entró el diablo” (Diario de
México, 2020).
Como él, muchos feminicidas se
arrepienten de sus crímenes tras haberlos cometido y
reconocen no entender sus motivos o su manera de actuar.
Estos individuos son considerados como seres endriagos,
por lo que se les debe repensar desde la precariedad y
contexto altamente machista y violento que ha contribuido
a que lleguen al extremo feminicida.
Entonces, ¿son los feminicidios en México un asunto
cultural?, se puede considerar que la cultura en México es
un factor de gran importancia en cuanto a los feminicidios.
El machismo, la misoginia, el androcentrismo y la
jerarquización del hombre sobre la mujer están presentes en
todas partes. Los medios de comunicación, la aceptación
social, la industria del entretenimiento y la sociedad
enfocada a la producción económica son actores exigentes
que a través de los roles de género propician violencia. No
se puede decir que los feminicidas son inocentes y que la
cultura es la culpable pero hay que reconocer que existe un
grave problema estructural y que si bien la cultura no es la
culpable absoluta, pone a México en charola de plata para
que sucedan los feminicidios.
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