Francia o Reino Unido) o el paquete de rescate planeado por la Unión
Europea como medida para combatir el desempleo a través de la
inyección de más de 540 mil millones de euros.
Aún así, estas medidas no parecen más que amortiguar una
caída que parece no tener final. Mientras no se asegure la posibilidad
de retomar las actividades con normalidad, estos paquetes no serán
más que paliativos sin no se acompañan de cambios estructurales. Y
es que la gran dificultad de esta crisis radica en las particularidades
de la misma, pues por primera vez hay una disrupción en las
características más fundamentales del capitalismo (niveles altos de
interconectividad global, alta dependencia del consumo, etc.). Esto
implica que no basta con ajustar las políticas públicas convencionales
para poder superarlo, pero también nos da la oportunidad de repensar
el sistema en sus principios nucleares y crear alternativas para
solucionar los problemas intrínsecos al él.
La forma e implementación de estas reformas están aún por
verse, no solamente a causa de los Estados que se muestran reacios a
aplicarlas sino por el carácter inédito de las circunstancias. Pero no
cabe duda que las alternativas son necesarias y ya están siendo
desarrolladas. En España la ministra de asuntos económicos, Nadia
Calviño, ha propuesto un ingreso básico universal como una solución
para salvaguardar la integridad de aquellos más afectados por la
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