Lex Scripta Abril 2020 | Seite 14

que se tenía que hacer era centralizar el sistema para tener un mejor control (Aparicio, 2020). Con la llegada del 2020, López Obrador y sus aliados en las cámaras legislativas implementaron lo que reemplazaría al Seguro Popular, el INSABI, donde pretendían otorgar atención médica a 69 millones de personas. ¿Qué cambio? Ya no se necesita estar afiliado para recibir los servicios de salud y solo hace falta presentar algún documento de identificación ya sea INE, CURP o acta de nacimiento en centros de salud regionales, hospitales públicos y unidades médicas rurales (Ortega, 2020). No obstante, la centralización del sistema de salud (critican algunos funcionarios públicos) hace menos eficiente la gestión del INSABI al incrementar los niveles burocráticos y entorpecer la micro gestión a nivel local; particularmente de regiones rurales. Además, al ya no contar con un estimado de afiliados, es muy difícil calcular un presupuesto claro y por lo tanto el acceso a recursos para una demanda de servicios desconocida y variable quedará sujeta a la buena o mala relación entre los gobernadores y la federación. Es decir, la calidad del servicio variará de estado a estado y esto no necesariamente acaba con el problema de la corrupción y el desvío de recursos. No solo eso sino que también, en varias ocasiones, se han utilizado recursos del Fondo de Gastos Catastróficos para financiar proyectos públicos dejando a México desprotegido en situaciones de emergencia como la pandemia del COVID-19 en la que nos encontramos hoy en día. Y por último, ninguna de estas medidas acaba con el problema de la mala calidad de los servicios 12