LETRINA
Número 8
Septiembre 2016
la hubiera inventado.
Seis y cincuenta y ocho.
Llegué hace media hora. No quise tomar el riesgo de llegar tarde.
Cuando estos tios te quieren lastimar cualquier excusa es válida y
por un retraso podrían descuartizarte.
Una falta de respeto es
imperdonable.
Seis y cincuenta y nueve.
A lo mejor me ha confundido con alguien.
Tal vez simplemente no le
gusta mi cara y eso es motivo suficiente para despedirte de este
lugar.
Siete en punto.
La puerta de la sala de basket rechina al abrirse.
mira y no dice nada.
Tyson entra, me
Camina hacia uno de los camerinos a paso
demasiado lento. Lleva gafas oscuras, un traje elegante y un maletín
grande en el que pueden caber varias herramientas y una cabeza de tu
tamaño.
Lo veo entrar al vestier y la escena de la bodega de Reservoir Dogs
se pasa por mi cabeza.
Esto no me gusta. Puedo salir corriendo pero sería peor.
La tomaría
contra mi familia. E igual me encontraría y me haría sufrir el doble.
Cierro los ojos y rezo la única oración que conozco.
Este lugar me resulta ambiguo. Es mi pasado, mi presente y mi futuro.
Aquí jugábamos de chicos contra los muchachos de color a quienes
nunca pudimos vencer. Siempre me daban la mano al finalizar el
partido, solo a mí. Nunca supe por qué.
Siete y un minuto.
Siento
abrirse
la
puerta
del
camerino.
repetitivo se mete por mis oídos.
Un
boom
boom
lento
y
Imagino un martillo rompiendo las
paredes del recinto. También los puños de Tyson destrozando el
concreto como maquina demoledora.
Abro los ojos.
Un balón naranjado se acerca hacia donde estoy, rebotando.
Boom Boom.
El eco de un balón de basket en un recinto cerrado es cosa jodida.
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