DENTRO DE LA PANZA DE DIOS
existen lágrimas cuyo rastro habré de seguir por la plaza de armas
Acá en el zócalo en los portales y los callejones
me doy cuenta que somos el charco
atrapando la luz que asoma en la ciudad
El horizonte es tan azul
luminoso pájaro
apenas se vislumbra
Cada punta de sol es una bruja
que se divierte sube y baja por los tejados
y no hay más cornisas donde pueda violentarse
para esas turbonadas que la depositan en el pavimento
En los espacios oscuros
las brujas crecen a puños el hambre bajo los puentes
y todas ríen de ser maravillosas
Sobre las plazas de armas
donde las brujas fueron quemadas traspasadas escupidas y
quemadas
estoy detenido abotargado rodeado por el humo de cigarros
que dibujan mi nombre sobre las paredes humedecidas cada noche
por orines
hasta formar el charco que somos en esta ciudad abierta
donde la luz de cada bruja
apenas parpadea
Adán Echeverría
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