LETRINA LETRINA # 1 Mayo - junio 2012 | Page 35

Dijo que simón, que nos veíamos en la cafe de ahí de la facu. Cotorreamos un rato acá chido, y después me dice: “¿qué onda? Mi rumeit está haciendo comida china porque su novio va ir a comer. ¿Quieres ir a comer? Siempre hace un buen.” Me estaban dando ganas de cagar, pero de pendejo la dejaba ir, se veía que sí quería pedo conmigo y me hubiera dado cortón si le decía que no. Así que, ni pedo, me apreté el culo (porque no cago en baños públicos) y jalé con ella. Y ya, llegamos, comimos (¡rifada la comida!). Y ¡puta! Ya me cagaba y aparte también me entraron un chingo de ganas de miar (porque tampoco puedo miar en público). No quería usar su baño porque ya me sé el calibre que cargo y se lo iba dejar bien pinche jediondo. Pero llegó el punto donde ya no aguantaba. Ya sentía la mierda más pa´fuera que pa´ dentro. Y pa´ acabarla de chingar, ya se me estaba poniendo bien duro el fierro (Sepa la Chingada por qué, pero ya traía dos falos asomándose a mis calzones). Ni pedo, me paro disque discretamente y cortés al baño, pero ya hasta sudando: “Oye. ¿Puedo usar tu baño?”. Y la morra: Claro, 35 pasale – señalan- do el pasillo - Está por ahí. Tan pronto me perdieron de vista, que le corro hecho la madre al baño, no podía abrir la puerta porque parecía que ya se me salía la chis por las manos. Entré y ¡No mamen! ¡Todo valió verga! ¡Todo iba enfilado derechito a la más pinche apestosa y culera mierda! En chinga me baje los pantalones de un jalón con todo y calzones. Aun levantado, me vino la pinche encrucijada. Con el pito bien parado no podía cagar y mear al mismo tiempo. Ya ardiéndome la riata de aguantar la miada y con el culo estrujando tan fuerte la mierda que ya se me resbalaba entre los pliegues del ano. Al borde de la desesperación ¿¡Qué putas hago primero!? Decido inclinarme un poco y empujarme el rifle pa´ abajo un poco pa ´ atinarle y tirar el miedo, pero al soltar el chorro, se me afloja el esfínter y ¡siento como empieza a salírseme la caca! ¡Chingue su madre! Me vuelvo a apretar la uretra y el ano y me siento en el trono. Me agarro el cara de haba para tratar de meterlo a la tasa e intento ponerme flojito. Pus valió pa´ pura Chingada el asunto. Al relajar el culo (y el alma), el chorro de orines empieza a escurrirse por encima de la tasa derramándose, ni cuenta me doy has-