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motejaran. 526
Después del Evangelio, don José, el cura, que era un gran santo, subió al púlpito y
empezó el sermón. Seoyó un carraspeo prolongado en los bancos de los hombres e
instintivamente Daniel, el Mochuelo, comenzó a contar las veces que don José, el cura,
decía "en realidad". Aunque él no jugaba a pares o nones. Pero don José decía aquella
mañana cosas tan bonitas, que el Mochuelo perdió la cuenta.
—Hijos, en realidad, todos tenemos un camino marcado en la vida. Debemos seguir
siempre nuestro camino, sin renegar de él —decía don José—. Algunos pensaréis que
eso es bien fácil, pero, en realidad, no es así. A veces el camino que nos señala el Señor
es áspero y duro. En realidad eso no quiere decir que ése no sea nuestro camino. Dios
dijo: "Tomad la cruz y seguidme.
-Una cosa os puedo asegurar —continuó—. El camino del Señor no está en esconderse
en la espesura al anochecer los jóvenes y las jóvenes. En realidad, tampoco está en la
taberna, donde otros van a buscarlo los sábados y los domingos; ni siquiera está en
cavar las patatas o afeitar los maizales durante los días festivos. Dios mismo, en
realidad, creó el mundo en seis días y al séptimo descansó. Y era Dios. Y como Dios
que era, en realidad, no estaba cansado. Y, sin embargo, descansó. Descansó para
enseñarnos a los hombres que el domingo había que descansar".
Don José, el cura, hablaba aquel día, sin duda, inspirado por la Virgen, y hablaba
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