Lección Didáctica Lección didáctica | Page 11

de sus patrios hogares que a la salud y al regocijo hospeda. El aura respirad de la montaña, que vuelve al cuerpo laso el perdido vigor, que a la enojosa vejez retarda el paso, y el rostro a la beldad tiñe de rosa. ¿Es allí menos blanda por ventura de amor la llama, que templó el recato? ¿O menos aficiona la hermosura que de extranjero ornato y afeites impostores no se cura? ¿O el corazón escucha indiferente el lenguaje inocente que los afectos sin disfraz expresa, y a la intención ajusta la promesa? No del espejo al importuno ensayo la risa se compone, el paso, el gesto; ni falta allí carmín al rostro honesto que la modestia y la salud colora, ni la mirada que lanzó al soslayo tímido amor, la senda al alma ignora. ¿Esperaréis que forme más venturosos lazos himeneo, do el interés barata, tirano del deseo, ajena mano y fe por nombre o plata, que do conforme gusto, edad conforme, y elección libre, y mutuo ardor los ata? Allí también deberes hay que llenar: cerrad, cerrad las hondas heridas de la guerra; el fértil suelo, áspero ahora y bravo, al desacostumbrado yugo torne del arte humana, y le tribute esclavo. Del obstrüido estanque y del molino recuerden ya las aguas el camino; el intrincado bosque el hacha rompa, consuma el fuego; abrid en luengas calles la oscuridad de su infructuosa pompa. Abrigo den los valles a la sedienta caña; la manzana y la pera en la fresca montaña el cielo olviden de su madre España; adorne la ladera el cafetal; ampare a la tierna teobroma en la ribera la sombra maternal de su bucare; aquí el vergel, allá la huerta ría... ¿Es ciego error de ilusa fantasía? Ya dócil a tu voz, agricultura, nodriza de las gentes, la caterva servil armada va de corvas hoces. Mírola ya que invade la espesura de la floresta opaca; oigo las voces, siento el rumor confuso; el hierro suena, los golpes el lejano eco redobla; gime el ceibo anciano, que a numerosa tropa largo tiempo fatiga; batido de cien hachas, se estremece, estalla al fin, y rinde el ancha copa. Huyó la fiera; deja el caro nido, deja la prole implume el ave, y otro bosque no sabido de los humanos va a buscar doliente... ¿Qué miro? Alto torrente de sonorosa llama corre, y sobre las áridas rüinas de la postrada selva se derrama. El raudo incendio a gran distancia brama, y el humo en negro remolino sube, aglomerando nube sobre nube. Ya de lo que antes era verdor hermoso y fresca lozanía, sólo difuntos troncos, sólo cenizas quedan; monumento de la lucha mortal, burla del viento. Mas al vulgo bravío de las tupidas plantas montaraces, sucede ya el fructífero plantío en muestra ufana de ordenadas haces. Ya ramo a ramo alcanza, y a los rollizos tallos hurta el día; ya la primera flor desvuelve el seno, bello a la vista, alegre a la esperanza; a la esperanza, que riendo enjuga. del fatigado agricultor la frente, y allá a lo lejos el opimo fruto, y la cosecha apañadora pinta,