mercado Ecológico
Compra en verde
[...Yaiza Martín]
S
omos lo que comemos. Al menos esa es la frase más repetida entre los clientes del mercado ecológico
de Valleseco, EcoValles, el único de estas características que existe en Gran Canaria. Inaugurado en
septiembre de 2013, este pequeño oasis donde comprar productos ecológicos se convierte además en
un lugar ideal para desconectar, porque en él también encontramos una cafetería-terraza que ofrece una
carta muy saludable, como no puede ser de otra manera.
En este mercado, impulsado por el Ayuntamiento de Valleseco, sólo hay espacio para el
estómago y hasta su coqueta construcción
podemos decir que está libre de tóxicos. Un
“micromundo” ecológico donde podemos llenar el carro de la compra sin conservantes, colorantes y pesticidas. A menudo se esgrime el
elevado precio como un argumento contrario
a la compra de los productos ecológicos, pero
La Ventana Verde pudo comprobar que no es
tanta la diferencia en euros si lo comparamos
con lo que se oferta en un mercado convencional. Si es verdad que los productos ecológicos
suelen ser algo más caros, debido principalmente a que cada paso que se da tiene que
estar debidamente certificado. Desde la propia
plantación hasta las semillas y los abonos que
se emplean, con el coste que ello genera para
el agricultor. No nos podemos resistir a probar
un tomate hasta llegar a entender que el olor
y el sabor genuino son mucho más significativos y valorables que el precio. Lo sabe bien
Juan Pérez. Su mujer regenta en EcoValles el
puesto de semilleros hortícolas, aromáticas,
frutales, semillas e insumos, certificados para
la producción ecológica por la que rige la UE el
Reglamento CE 2092/91 en relación a la reproducción de la planta ecológica. “Cuando uno se
conciencia llega a entender la diferencia que
hay entre un producto autóctono, hecho con
producción sostenible, que cuida el entorno
y limitado, y el que se hace de manera expansiva. Es lógico que el precio sea algo más caro
porque no podemos hacer una producción
masiva en un terreno más pequeño y cuidando de que no haya impacto medioambiental”,
asegura. Por su parte, Dori Santiago, empleada de unos de los puestos de esta peculiar “isla
natural” de Valleseco apunta, “aquí tratamos de
propagar el mensaje de que la materia prima
es importante, que comer ecológico es sano y
no mucho más caro que comer verdura o fruta
convencional, porque la política es abaratar los
costes” y añade, “todo depende del valor que
se le quiera dar a las cosas. Desde este mercado
luchamos por la supervivencia del mundo rural
eliminando intermediarios y favoreciendo a los
productores locales”, subraya. Las palabras de
Dori encajan muy bien con el enfoque de comercio justo. “Cuando compras ecológico ya le
estás haciendo un beneficio a tu salud, pero el
consumidor que va a gastar también tiene el
poder de que el dinero termine de verdad en el
campo”, asegura su compañera Mariola Santana. Dicen que más del 80% de sus proveedores
son familias y tratan de seguir un criterio local.
“Tenemos contactos en todas las Islas, pero si
hay un producto en Valleseco o en otra zona de
Gran Canaria , ¿para qué nos vamos a ir más lejos
a por él?”, sostiene.
Pan local hasta en el último detalle
A unos metros del puesto de frutas y verduras
huele a pan. Los elabora Lisandro. Sus panes de
cereales como la espelta, centeno o kamut son
el reclamo. Todos ellos con el sello de garantía
ecológica, pero en su puesto también sirve,
galletas, magdalenas y otros productos de repostería. “Me gusta cocinar y así empezó todo.
Yo creo en el producto ecológico y es el futuro
para las generaciones venideras. Necesitamos
crear un planeta sostenible”. Lisandro vive en
Santa Brígida y se desplaza todos los fines de
semana desde el barrio de La Angostura hasta
Valleseco con una única filosofía: que tu medicina sea tu alimento. “La idea de este mercado
es fabulosa, cuando lo pusieron en marcha no
me lo pensé dos veces”, afirma. Sin dejar de
trabajar, entre hogaza y hogaza, Lisandro nos
explica cómo se hace el pan ecológico y nos enseña la levadura utilizada. Se trata de la levadura madre, que es una masa fermentada que se
obtiene a partir de harina
y agua a una temperatura adecuada y se añade
a la masa en pequeñas
cantidades. “El tiempo
de reposo necesario, la
humedad y la temperatura crean el milagro de la
fermentación”, asegura.
Para el horneado se utilizan hornos de leña. El resultado: un pan sin prisas,
lleno de nutrientes y con
sabor a pan. Su precio,
eso sí, es más caro que el pan convencional, una
circunstancia que responde al hecho de que las
harinas ecológicas tengan que venir de fuera
porque en Canarias no se elaboran.
Retos pendientes
Sin embargo, este mercado todavía tiene retos pendientes para captar al nuevo consumidor, uno de
ellos: que el
boca a boca y
la promoción
publicitaria
institucional lo
conviertan en
un referente entre los clientes
de otras zonas
de la Isla. “Yo
vine de Las Palmas de Gran
Canaria a Valleseco para pasar el día, pero
este mercado
ecológico lo he
encontrado por
casualidad, no lo conocía y me llevo una buena impresión”, nos confiesa Amada Santana,
quien junto a su marido llena algunas bolsas.
La mañana se va animando. El perfil del cliente
que cuida su alimentación es de todas las edades, pero principalmente mujeres, como Sara
Montesdeoca, vecina de Valleseco. “Yo vengo a
comprar porque a pesar de ser productos ecológicos tienen buen precio. Además tengo un
C/ Real Nº 9
Santa Brígida
CP 35300
TLF: 928 64 83 15
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niño pequeño y apuesto por este tipo de productos porque es una cuestión de alimentación
sana”. Sus trabajadores nos confirman que a
estos puestos acuden semanalmente vecinos
de Santa Brígida o Teror “que vienen buscando una alimentación saludable”, pero también
enfermos de cáncer que se están tratando con
quimioterapia, como Antonio Reyes, quien
“dice que nota la mejoría simplemente con el
cambio de alimentación”. Metros dedicados a la
salud y al medio ambiente en el que también
hay espacio para una cafetería-terraza, donde
se intenta fome