Lascivia No 63 Enero 2020 Lascivia 63 Enero 2020 | Page 94
Me parece verla ahí con el esfero en la boca, la rodilla bien levantada
y sacudiendo el piecito suavemente. Reconocer que estaba así expresa-
mente para mí, me excitaba montones, pero durante esas semanas evi-
té pajearme o imaginármela cuando me echaba a Tatiana o a Jessica, de
grado décimo; porque sabía que ya pronto llegaría el momento y quería
que fuera a todo dar.
Parte de la espera consistía en que solo podría ser en el mismo colegio,
por la dificultad de verme con ella por fuera, porque era muy niña. Sería
demorado, pero llegaría.
Las cosas empezaron a ponerme más ansioso cuando ella, no confor-
me con exhibirme sus piernas cruzadas, hasta bien arriba; empezaba
cruzarlas justo cuando yo la miraba.
A veces llevaba bicicletero y otras veces no. Cuando no se lo ponía, el
pulso se me disparaba: la muy putica se quedaba varios segundos con
las piernitas bien abiertas para mí, mirándome con ese gesto de ¿Te gus-
to, cierto?
Poder verle ese parchecito que envuelve su jugosa vagina, que se su-
pone debe permanecer sin ser visto por uno, es una experiencia místi-
ca. No sé si pueda explicarlo. Podría comerle el coñito a una colegiala
mil veces y aun así querría volver a verla mal sentada, con la falda de
adorno.
Y ojalá no verle los panties, sino las lycras, los pantimedias. El upskirt,
el nylon y las colegialas, tres fetiches en uno, una niña de colegio mal
sentada y mostrando todo… la fórmula completa para pararme el pito y
desatar mi instinto conquistador de culicagadas.
No obstante sabía que no debía presionar nada, que el momento llega-
ría por sí solo, y una vez sucediera sería infinitamente mejor que pla-
neándolo. Y así fue, el día llegó.
Izada de bandera. Todos los séptimos a cargo. Más de cien estudian-
tes participando en presentaciones que durarían todo el día. Yo lo