Lascivia No 63 Enero 2020 Lascivia 63 Enero 2020 | Page 78

no me había ganado solo la confianza de Laura, sino su afecto. Como lo dije, en niñas pobres es muy fácil. Cuando me veía a lo lejos, corría hacia mí para abrazarme de salto y saludarme. Siempre ponía la mejilla para que yo le diera un beso. Ah!!!. Esa mejilla; tan rellenita y pulpita… “¿cómo tendrá esas vulvi- tas?” me preguntaba a mí mismo cada vez. No me podía sacar de la ca- beza esas tetas, y empezaba también a obsesionarme por el resto de ella. Cada vez que hablábamos, le miraba la jardinera con tanto morbo y tan- tas ganas que parecía que mis ojos tuvieran rayos x. A estas alturas no sé si fueron las ganas que movieron mi imaginación o si fue realidad, pero la escasa luz que pasaba a través de su falda me permitía ver por fracciones de segundo su silueta. Siempre que estaba frente a ella se me paraba el pito. En casa, querí a matarme a pajas por ella, pero me resistía y mantenía en conflicto te- nerle tantas ganas a una niña tan joven. No por mí, yo nunca tuve con- flictos conmigo. Pero es que las de décimo y once – mi menú principal – ya eran lo su- ficientemente putas, estaban más tocadas que el himno nacional… pero Laura… pues también, pero… no sé; no estaba seguro de querer pasar esa barrera. Se me revolvía la cabeza de planear tan fríamente y con tanta malicia como llevármela a un laboratorio o algo, manosearla y ponerla a chu- par… era muy osado. Con las grandes, uno se ponía una cita donde fuera y listo. Muchas eran más recorridas que uno mismo. Pero Laura… ella muy probable- mente todavía pedía permiso para salir. Pero esas tetas, dios mío, ESAS TETAS!!! – Ven al laboratorio y me ayudas a organizar los materiales – le dije. Ella acudió complacida. Aunque fue acompañada, me deshice rápido