Lascivia No 63 Enero 2020 Lascivia 63 Enero 2020 | Page 70

nos prenden aún más que la piel viva… Y para empeorar el cuadro, estos montones de chicas adolescentes siempre, no solo están ‘mostrando todo’, sino recostadas sobre la cola o las tetas de sus compañeras. Alguna vez en otro cuento mío lo dije: Entre ellas si pueden ver y to- car, y lo hacen en público, para que se arrechen los demás. Imagina una colegiala de esas recién, pero recién desarrollada, como un croissant que acabas de sacar del horno, que está en su punto, que está que se come solo y que, tú eres consciente que hace un minuto to- davía estaba crudo. Típica muchacha que sabe lo buena que está, es la más alta del salón, se siente la mamá de la camada porque está estrenando tetas, los jeans apretados se le ven mejor que a las demás, y sobre todo porque tiene a toda la comunidad dividida: entre los que se hacen la paja por ella y los que no quieren hacérsela sino que están detrás de ella como perros. Ahora imagínenla en uniforme, sobre los prados del colegio, usando de almohada el culo de una amiga que máximo está tan buena como ella. La chica apoya bien el cachete sobre las prodigiosas nalgas de su com- pañera, y lo que más te remuerde las tripas es que no lo disfrute, que no se voltee a comerle el culo, sino que sea algo tan rutinario como usar los pies para caminar. Por el contrario, está embobada con su Smartphone, usando la neuro- na para controlar sus dos pulgares y con ellos al aparato. Y por ello mismo, si la jardinera le tapa o no la cola, no es importante. O al menos no más que lo que sea que haya en esa pantalla táctil. Cuando recién se sentó, se acomodó bien la falda, pero en un par de minutos el Smartphone le consumió los recursos mentales y no se pudo ocupar de si mostrarle o no al mundo su jugoso trasero.