Lascivia No 63 Enero 2020 Lascivia 63 Enero 2020 | Page 120

nunca. Los grupos de amigos y la cultura de las citas se retraen y mucha gente se relaciona con miembros de su familia, sobre todo si no hay di- ferencia de edad. Si bien no es frecuente, tampoco resulta descabellado pensar que estas situaciones lleven a algo más que una simple partida a la PlayStation, como ocurrió entre Anna y Stephen. “No resulta fácil encontrar profesionales dispuestos a hablar de casos de incesto fue- ra del ámbito de los abusos sexuales; temen que hacerlo legitime y perjudique a las mu- chas víctimas del incesto no consentidas” No existen estadísticas sobre lo que podríamos llamar, con todas las reservas, el “incesto consentido”. La mayoría de expertos coinciden en que no existe tal cosa, que siempre se trata de una violación o se ejerce coerción por parte del progenitor. Como no podía ser de otro modo, in- ternet cuenta un relato muy distinto. Existe una gran cantidad de comu- nidades “proincesto” por todo el mundo en las que sus miembros hablan de sus relaciones incestuosas con un amplio espectro de sentimientos, desde la culpa al morbo puro y duro. También se ofrecen apoyo mutuo y se tratan aspectos jurídicos y formas de iniciar campañas para la lega- lización del incesto. Para añadir más confusión al asunto, la opinión que se tiene del inces- to varía según el lugar y el sujeto. Mi investigación se centraba solo en personas jóvenes (generaciones milenial y Z) y en la dinámica entre hermanos / medios hermanos / hermanastros precisamente por ser un ámbito muy poco estudiado en muchos lugares del mundo. Parece que la opinión respecto al incesto entre padres e hijos es uni- versal: se considera un claro ejemplo de abuso, dado que la desigual- dad que existe en la dinámica de poder de este tipo de relación no da pie a ningún tipo de argumento respecto al consentimiento. Algo que sí