Lascivia No 63 Enero 2020 Lascivia 63 Enero 2020 | Page 118
Esto suscita todo tipo de preguntas éticas sobre el consentimiento, el
rol de la víctima, la legalidad y la moralidad, pero la mayor de las cues-
tiones que plantea es: ¿es posible mantener una relación emocional y
sexual consensuada y saludable con un pariente consanguíneo o muy
cercano?
Anna, de 23 años, lo cree posible. Para ella, su hermano gemelo,
Stephen, fue “más como un novio” durante sus últimos años de adoles-
cencia y durante su etapa universitaria. Según cuenta, empezaron a sen-
tir algo “mutuo” que acabó manifestándose como una intensa relación
sexual y emocional que los llevó a excluir cualquier posibilidad de salir
con otras personas.
La relación no platónica de los hermanos terminó cuando Anna cono-
ció a su actual pareja durante el tercer año de universidad. Ni la pareja
de Anna ni los padres de los gemelos saben de su antigua relación, de la
que Anna asegura que fue una de las mejores experiencias de su vida y
esencial para el desarrollo sexual y emocional de ambos.
Daryl*, de 24 años, no cree que se pueda mantener una relación sen-
timental saludable con un pariente consanguíneo. Él tuvo una relación
sentimental y sexual con su media hermana, Jessica, que acabó hacién-
doles mucho daño a ambos y al resto de la familia, después de que los
descubrieran en “circunstancias muy dramáticas”.
No resulta fácil encontrar profesionales dispuestos a hablar de casos
de incesto fuera del ámbito de los abusos sexuales, puesto que, com-
prensiblemente, temen que hacerlo legitime y perjudique a las muchas
víctimas del incesto no consentidas. Pero el consenso generalizado es
que uno de los factores que propicia la ocurrencia de más relaciones in-
cestuosas parece ser la desestructuración de las familias modernas y la
cercanía de otras familias.
Cuando dos hermanos no se han criado juntos —como en el caso de
Grace y Adam—, no se da el factor de rechazo y familiaridad que de-
sarrollan los hermanos que conviven desde el nacimiento. Asimismo,
pese a vivir en la era de la hiperconectividad, estamos más solos que