Lascivia No 63 Enero 2020 Lascivia 63 Enero 2020 | Page 104

muy suave, recién salido, jamás depilada, y colorada por las ganas… Vista, tacto, olfato, oído y ahora… el gusto. Le comí la vagina a Laura como si fuera por supervivencia. Sonoras chupadas, lamidas, besos, besitos, más chupadas ruidosas. Qué delicia de labios y qué jugos tan finos y apetecibles. Quisiera verme ahí aho- ra, masajeándole las nalgas y mamándole la vagina, arrodillado ante su loca divinidad, mientras ella, comedida, se esforzaba por seguir de pie, gozando con los ojos cerrados y sosteniéndose la jardinera arriba. Ya no tenía control, el animal había salido y estaba a cargo. Creo que nadie que le mame la vagina a una hermosa niña de trece años, pueda controlarse. Me puse de pie y como una fiera le halé el peto de la jardinera hacia abajo. Quería chuparle y estrujare esas tetas que en principio, fueron lo que me enamoró de ella. Laura, prestamente se llevó las manos a la espalda para soltarse la cre- mallera, y la jardinera cayó. Laura tenía un brasiér azul, pequeñito como el que yo ya había visto. También se lo quitó enseguida. Sus tetas de dio- sa saltaron al aire, liberadas, gloriosas, hermosas. Se las chupé como un loco. Mientras le hacía círculos con la lengua sobre los pezones, me di cuenta que intentaba alcanzar mi entrepierna. Me solté los pantalones. En el siguiente instante tenía a la colegiala más jovencita que me haya hechado, arrodillada ante mí dándome una mamada. Sentía esa boquita calientita y esa lengua húmeda. No podíamos quedarnos tanto tiempo, era demasiado el riesgo. -¿Quieres que te penetre? – pregunté casi sin aire. – Sííí – rogó ella. Tiró uno de sus zapatos y se quitó la media de una pierna. Puso la co- lita en la mesita del profesor y levantó la rodilla hasta el hombro. Se lo