Lascivia No 63 Enero 2020 Lascivia 63 Enero 2020 | Page 102

como agua en ebullición, como papel cediendo impotente, arrugándo- se y ennegreciéndose entre las llamas. La existencia no tendría ningún sentido sin poderse entregar a ese frenesí sensorial de vez en cuando, sería mejor suicidarse. Era momento de girar la perilla y aumentar la tensión. Deslicé mis manos hacia arriba, acariciándole las piernas sobre sus pantimedias. También acerqué mi cara a su pelvis, con la boca abierta. Mis manos habían recién llegado a sus nalgas, y ella respondió con un pequeño contoneo. Era indudable que estaba mojándose como una cascada. La conscien- cia no me alcanzaba para disfrutar tanto de tantas formas y al mismo tiempo. Supongo que uno pasa a un estado superior de la existencia que le permite no sufrir un corto circuito; porque, tenía sus redondas nalgas en mis manos, con los hilos de sus pantimedias estirados, sintiendo su calor; y su entrepierna a un centímetro de mi boca. Estaba dándome una sobredosis de su aroma, olor a jardinera limpia y planchada, a piel delicada bañada con jabón suave, y a vagina florecida y colorada, húmeda, palpitando de ganas. Puse mi boca abierta sobre el parchecito que le cubría el pubis, y pre- sioné sin usar los dientes, muy despacio. Por sus gemidos, imagino que estaba en un estado similar al mío, no dueña de toda la descarga de mi- llones de Teravatios en su cuerpo. El placer ahora se manifestaba tam- bién por mis oídos. Los gemidos le salían solos, no se podían modular ni detener. Es la recompensa del sexo que todos buscamos, ese éxtasis. Le masajeé las nalgas y emitió otro gemido y otra vez dibujó un círcu- lo horizontal con el pubis. Debía estar empapada, por sus movimientos, por el rico olor… empecé a chupar. De vez en vez retiraba mi boca y le veía el parchecito cada vez más mo- jado. Metí los dedos en su cintura y le bajé las medias. Ella cooperó mo- viendo las piernas para que las medias cedieran. Se las bajé hasta las ro- dillas y le miré la cuca. Tal como me la imaginaba, una sombrita de vello