Prado Toro
Capítulo1_5
Pues tornando a nuestro hermoso y deleitoso castillo, hemos de ver cómo podremos entrar en él. Parece que digo
algún disparate; porque si este castillo es el ánima claro está que no hay para qué entrar, pues se es él mismo; como
parecería desatino decir a uno que entrase en una pieza estando ya dentro.
La instalación metonimiza el concepto de arquitectura como teología estético-mística del espacio interior
femenino y experiencia íntima del cuerpo mortal, mediante el bordado de la planta de un convento
carmelita sobre un vestido de novia capaz de desencadenar un nuevo estado del etéreo ser que la habita,
una comunión de anhelos consolidada en el “desposorio” para “renacer” como esa mariposilla blanca que
mora en ese castillo interior considerado nuestra alma, nuestra “casa propia”. Un castillo cimentado en la
oración, creado por la imaginación femenina que personifica las sensaciones, las emociones, las facultades
internas… para ser transformado en un camino de búsqueda personal y entendimiento, para que su ser en
el mundo, en la cotidianidad de su existir, tenga coherencia en tanto que realidad vital realmente vivida.
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Instalación. Proyector de fotografía,
imagen digital, vestido de novia blanco
bordado, maniquí, mariposilla de papel con un pequeño texto extraído de
Las Moradas, alfiler, espejo de vaivén
con forma ovalada
140 x 80 x 300 cm