En nuestro barrio, frecuentemente vemos graffitis que hablan de las cosas que nos pasan, de lo que sentimos y de lo que nos representa. Todo lo que los medios no dicen o no cuentan, aparece en las paredes.
El alcohol y las drogas circulan por nuestro barrio, pero también el amor nos toca muy de cerca. "Marcos perdoname", "Marcos perdoname", "Marcos perdoname"... Escribieron repetidas veces en varias paredes. Y los vecinos respondieron con un: "perdonala, Marcos" para que el graffitero no lo escribiera más.
El feminismo, las consignas de “Ni una menos” y la necesidad de respetar a las mujeres también se graffitea.
La vida es riesgo y la filosofía tumbera se impone.
El arte urbano nos retrata, nos relata, pero la ley pretende juzgarnos. Mientras tanto, los adolescentes seguirán escribiendo las paredes.