La entrevista laboral es esa instancia tan temida, donde en pocos minutos y frente a una persona completamente desconocida, un candidato debe probar sus condiciones para conseguir el trabajo deseado.
El aspirante se enfrenta a una evaluación minuciosa. Su imagen, sus aptitudes, su locuacidad y hasta sus movimientos son analizados en cada momento. Por todo esto, es natural caer en situaciones ansiedad y nerviosismo. Sin embargo, el candidato puede reducir significativamente el contexto negativo si se ajusta a ciertas reglas de etiqueta:
1.Puntualidad: impuntualidad implica tanto llegar con demasiada antelación como demasiado tarde. El primer caso se puede interpretar como rasgo de ansiedad, y llegar tarde como desinterés o irresponsabilidad. Si se presenta una complicación que conlleva a una demora se debe llamar y avisar, amén de pedir disculpas ni bien se concreta el encuentro con el entrevistador.
2.Veracidad de las respuestas: un buen entrevistador puede darse cuenta fácilmente si el candidato está mintiendo con el contenido de su CV y durante la entrevista. Si se revela su falta de veracidad, se convierte en un motivo inapelable de descarte de la persona.
3.Conocimiento de la empresa: no poseer información básica de la empresa representa poco interés por el puesto a cubrir; es necesario conocer la industria y un mínimo de la historia de la empresa en cuestión.
4.Vestimenta e imagen adecuados: siempre existe un "código de vestimenta" según la empresa o industria de que se trate. Es importante respetarlo y presentarse siempre prolijo y con la mayor formalidad posible.
5.Comunicación no verbal: el cuerpo "dice" mucho más que las palabras. Es importante una postura erguida y un tono de voz firme y convincente. Si bien la entrevista puede ser un momento incómodo para los candidatos, hacer contacto visual permanente con el entrevistador es también mostrar respeto e interés. Mover mucho las manos y el cuerpo es signo de ansiedad.