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La mariposa se marchó triste y las hormigas continuaron su recorrido hasta que ingresaron en un montón de rocas, este era el hogar del duende, un ser muy anciano que había habitado este lugar durante mucho tiempo.
Las hormigas cantaron sus canciones frente a él y le pidieron que les regalara el color verde que atesoraba en un cofre sobre el que estaba sentado, el duende levantó una de sus pobladas cejas y les dijo:
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Las hormigas confundidas se detuvieron a pensar en las palabras del duende y pensaron en aquella mariposa que quiso incluirse en su grupo y que no se lo permitieron. Las hormigas salieron del montón de rocas y rápidamente buscaron a la mariposa que se encontraba posada en una flor.