Breve relato de la vida
de Los Imparables
pero eso importaba muy poco, porque todo se reiniciaba con la fraternidad y
convivencia del tercer tiempo.
Entre tanto el reloj biológico sigue su marcha, ese mecanismo perfecto e inalte-
rable, continua su marcación, al decir de Stephen Hawking que el tiempo lo ase-
meja a una flecha tal cual la conocemos el tiempo pero también hay otra flecha,
la psicológica, la que nosotros sentimos que pasa el tiempo, en ésa dirección en
que recordamos el pasado como si fuera más veloz a la anterior, es la intensi-
dad de la vida que cada uno lleva, tal cual nos dice Jorge Luis Borges;
“…El tiempo es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre.”
Indeclinablemente transcurre y comienzan a transformarse, los jugadores
pintan canas, calvicie, arrugas, a tener dolores, malestares, pero algo queda
en cada uno de nosotros, la pasión por jugar, sin interesar cuanto tiempo po-
des correr o si no te va a dolor los huesos después del partido, esa llama in-
terna que vive en cada uno de nosotros sean jóvenes y no tantos, es lo que
nos permite, impulsa, sobrelleva y entusiasma cada fin de semana tras otro,
esa llama que vive en nosotros, los que nos une, nos alimenta y nos mueve.
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