La muerte del tirano Fidel Castro Suplemento Fidel Castro | Page 37

Fidel Castro, el último representante del Cretácico país, mediante una feroz e interminable huelga de los trabajadores, engañados con la palabrería marxista. El resultado final fue un estado de pobreza y desaliento en aquel lugar, que quedó desprotegido y sin fuentes de trabajo al marcharse la Compañía bananera. Aún hoy día, en el 2016, las ciudades sureñas de Costa Rica acusan los rasgos de la equivocada lucha de los trabajadores manipulados. Y en ese trajinar diario, en lo personal, me he encontrado en mi vecindario a líderes comunistas que fueron becados en su momento e hicieron estudios en Cuba, regresaron a Costa Rica casados con mujeres cubanas, también fidelistas; pero viven aquí en condiciones de oligarcas, con todas las comodidades que les ha dado este capitalismo que tanto dicen odiar y que, sin embargo, se valen de él para gozar de la opulencia. No quiero concluir esta columna sin recordar una anécdota de la que fui partícipe: el ex presidente de la República, Rodrigo Carazo (ya fallecido), gran amigo de los sandinistas y de los hermanos Castro, quiso conocerme debido a mis trabajos en un periódico de California para el cual yo trabajaba en aquellos años 80. Apenas me hube sentado al frente suyo, arranqué con la primera pregunta para dar inicio a la entrevista, “¿Don Rodrigo, ante la situación sangrienta por la que pasa América Central en estos momentos, usted cree que se podría convencer a Fidel Castro de que, sin ninguna demagogia, (…).” Pero al escuchar la palabra “demagogia”, el ex mandatario costarricense me interrumpió y me dijo, “Fidel Castro no es un demagogo… es un hombre muy serio.” Ahí mismo terminé mi trabajo ese día. Carazo era admirador del genocida recién muerto y también era socio de los sandinistas en negocios en Nicaragua. Así se cernía la sombra de Castro Ruz sobre estas naciones, mientras las balas zumbaban aquí y allá y la muerte cabalgaba por todo el istmo.