La muerte del tirano Fidel Castro Suplemento Fidel Castro | Page 28
Fidel Castro, el último representante del Cretácico
El grueso de la oposición más decidida prefirió huir que enfrentarse a Castro, aunque en el
exilio unos mil quinientos jóvenes, organizados por Estados Unidos, lanzaron la fracasada
invasión de Bahía de Cochinos. Prevalecía entonces la idea de que Washington no podía
permitir la entronización de un satélite de Moscú a noventa millas de sus costas. Los
marines pondrían orden en el alterado manicomio de siempre. Y lo más prudente parecía
ser contemplar estos toros desde la barrera del exilio.
Pero, además de hacer la revolución en el terreno económico y político de acuerdo con el
modelo leninista importado de Moscú, Fidel Castro le dio otro sentido parcialmente distinto
a su gobierno: desde el año 1959 se convirtió en el paladín de la causa comunista en el
planeta. Organizó, financió y adiestró expediciones de insurrectos a medio planeta. Sentía
la necesidad imperiosa de reproducirse. Su verdadero leit motiv era ése y no la
transformación del país.
Su sueño consistía en que en cada rincón del mundo un pequeño grupo de guerrilleros
armados desatara una revolución antiimperialista, antiyanqui, anticapitalista que repitiera su
triunfo político. Su narcisismo lo impulsaba a tratar de influir en los destinos del planeta.
No se resignaba a ser el abrumado administrador de una pequeña isla cañera del Caribe
empeñada en cumplir con absurdos o quiméricos planes quinquenales. Castro quería ser
Bolívar, Napoleón, Alejandro Magno.
Para realizarse, Castro necesitaba triunfar a escala planetaria, lo que le llevó a enviar a
decenas de miles de soldados cubanos a las guerras de Angola y Etiopía durante más de 15
años, conflicto que supera en tiempo, y probablemente en bajas en combate, a las dos
guerras de independencia que tuvo Cuba en el siglo XIX.
El comandante, en suma, acaba de morir tras una larga enfermedad que lo apartó del
gobierno desde 2006, pero su régimen comenzó a agonizar mucho antes, en el momento en
que Gorbachov desató la perestroika, agravándose después, en 1989, con la caída del muro
de Berlín, antesala de la desaparición del Bloque del Este, la disolución de la Unión
Soviética y total descrédito del marxismo como referencia teórica.
¿Cómo resistió Castro este cataclismo?
Al margen de la ayuda masiva otorgada por Hugo Chávez, la revolución ha resistido por el
mismo procedimiento que Corea del Norte: no cediendo un milímetro de poder y no
permitiendo la menor disensión en las filas del poder. ¿Podrá Raúl Castro mantener el
mismo rumbo? Supongo que solo por cierto tiempo. El mesianismo no es transferible y la
desmoralización ideológica de la clase dirigente es total. Por otra parte, la cultura política
que Castro lega es totalmente diferente a la que él recibió. Con Fidel Castro ha muerto más
que un líder. La cultura revolucionaria también ha llegado a su fin en Cuba. Esto le abre las
puertas a un futuro esperanzador para todos los cubanos.