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LATINOAMÉRICA DEL FÜHRER
Solo dos horas después las autoridades aliadas contraatacaron, anunciando
que habían encontrado una nota de despedida en el pantalón de Hess que,
aseguraban, confirmaba su suicidio, pero que nunca pudieron evidenciar, ni
comprobar de su existencia. En ella, según reflejó el diario alemán “Bild” el
dirigente Nazi agradecía a su esposa sus esfuerzos por ponerle en libertad.
Se realizó una investigación oficial sobre la muerte de Rudolf Hess, pero
Margaret Thatcher (Ministra en ese entonces del Reino Unido) se negó a
hacerla pública, la familia de Hess siguió dudando de la versión oficial y
encargó entonces una segunda autopsia, al director del Instituto Anatómico
Forense de Múnich, Wolfgang Spaan, que determinó su muerte se había
producido por asfixia, no por suspensión, algo que tiraba por tierra la tesis de
los aliados.
Las fuerzas Armadas del Reino Unido fueron las encargadas de llevar a cabo
una investigación oficial para esclarecer la verdadera causa de la muerte de
Hess, pero se desconoce la conclusión de la misma, pues Margaret Thatcher
dos años después del suceso, se negó a facilitar a la policía su contenido (otra
verdad oculta para conveniencia de terceros).
¿Suicidio o asesinato? Años más tarde fueron atendiendo a la prensa diversos
trabajadores de Spandau, que nunca creyeron la versión oficial. Una enfermera
que había cuidado al dirigente Nazi durante sus últimos cinco años de vida
aseguró a la BBC de Londres que éste fue asesinado, pero más impactante fue
el testimonio del funcionario de prisioneros que halló el cuerpo en la cabaña del
jardín, Abdallah Melaouhi, que se atrevió a hablar dos años después del
suceso. Según este, y tal como informó el ABC en 1989, el cadáver no se
encontraba cerca de la ventana, y mostraba huellas de un forcejeo para
defenderse.
Así mismo aseguró que Hess tenía artritis y, en ningún caso, habría tenido la
fuerza suficiente para ahorcarse, pues el dolor en los huesos era intenso, y se
pierde totalmente la fuerza hasta para abrir un frasco de mermelada.
Tras la muerte de Hess la prisión de Spandau fue destruida, ocupando sus
instalaciones un gran centro comercial haciendo tan obvio todo lo que quisieron
dejar oculto.
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