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LATINOAMÉRICA DEL FÜHRER
Arrogante, con suprema confianza
en su persona y habilidad, Kundt
consideraba a los paraguayos malos
soldados y estimaba que con tres mil
hombres sería suficiente para llegar
a Asunción. Kundt comprometía
todas las fuerzas contra el enemigo
sin esperar refuerzos ni artillería
pesada. Su única orden era
“Adelante”, impartida casi siempre
por teléfono a cuyo uso era muy
afecto.
Debido al fracaso de las operaciones
militares bolivianas en los primeros
tres meses de combate, a la
popularidad que tenía en Bolivia y a
la tarea de estructuración del ejército
que había realizado, el presidente
Salamanca (Presidente Boliviano
Hans Kundt
1931-1934) le ofreció el cargo de
1869-1939
comandante en jefe. Salamanca
pensaba además que con esta medida podía controlar a los díscolos oficiales
del alto mando boliviano y disponer de un “chivo emisario” en el supuesto caso
de que las cosas no salieran bien. Kundt tenía entonces sesenta y tres años.
Kundt gozaba de excelentes cualidades como administrador e instructor y era
conocido por la inquietud del bienestar de sus soldados, una característica
poco común en la tradición militar boliviana. Aplicó las tácticas que se habían
utilizado con éxito en la Primera Guerra Mundial, los ataques frontales masivos
y el poderoso apoyo de artillería a los que sumaron, a fines de esa guerra, los
aviones y tanques. Confió excesivamente en la superioridad de los recursos de
Bolivia frente al Paraguay lo que le permitiría contar permanentemente con un
ejército superior en hombres y armamento. Creyó que esta fuerza superior era
suficiente para vencer las dificultades propias del teatro de operaciones, los
problemas de logística, la poca capacidad profesional de sus oficiales, la
injerencia externa e interna del internismo político que afectaban a Bolivia y la
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