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LATINOAMÉRICA DEL FÜHRER
Sólo muy pocos eran los elegidos para estudiar la alta magia Nazi y para ello debían conocer profundamente el poder de los símbolos. En el ocultismo se diferencian dos tipos de magia:-la alta magia y – la magia menor.
La magia menor consiste en crear y ejercer una fuerza psíquica lo suficientemente importante para hacer que el más débil sucumba ante nuestros deseos.
Hitler poseía una extraordinaria habilidad para influir en los demás.
Dicha habilidad con el paso de los años la fue perfeccionando con su gran carisma basado en la fuerza de su personalidad.
Dicho esto, la magia menor que practicaba Hitler consistía en‘ La Oratoria’. Conforme enseña la tradición ocultista universal, las palabras desempeñan una función mágica, no por su significado, sino por la naturaleza de sus vibraciones sonoras. Hitler sabía que la repetición reiterativa de determinadas consignas tiene el poder de penetrar en los niveles más profundos de la psiquis, con lo que conseguía un efecto mágico sobre la población, una especie de encantamiento que actuaba como hipnotismo para seguirle en cualquier situación por muy dura o peligrosa que fuera, hasta la actualidad ningún político ha podido conseguir cosa igual. En cierta ocasión Hitler planteó:-“ Sólo hay una determinada cantidad de paredes, por así decirlo, y si uno no lo llena con consignas, la oposición no tiene lugar donde poner después ningún cuadro o fotografía porque el apartamento del cerebro ya está abarrotado con el mobiliario de uno”. Interesante concepto.
Su misterioso poder constituía una presión para los altos cargos del Estado Nazi, una vez por ejemplo, el Doctor Hjalmar Schacht( un erudito financiero de Hitler), pidió a Hermann Goering que hablara con el Fuhrer acerca de un detalle secundario de política económica. Pero una vez, en presencia de Hitler Goering descubrió que no podía plantear el asunto. Le dijo a Schacht:-“ Con frecuencia decido hablarle de algo, pero cuando estamos frente a frente me desanimo, y soy incapaz”. Y otro ejemplo lo tenemos con el almirante Donitz( que estuvo frente de la flota de submarinos del Reich y que llegó a ser Comandante Supremo de la Marina de Guerra), tenía tanta conciencia de la influencia del Fuhrer que evitaba su compañía para conservar intacto su propio criterio:-“ No iba muy a menudo al cuartel general, y lo hacía a propósito, ya que tenía la sensación de que debía liberarme de su poder de sugestión sin duda, yo tenía
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