27 de noviembre.
Simón se despierta, se siente como una anfetamina, tal vez le falta un tornillo, todavía no decide en qué lugar está, tal vez en la caja de herramientas de Amarilla.
Bebe un café, cargado muy cargado y negro como su conciencia, contaminada de tanta mierda absurda e irónica en su vida.
Respira hondo, corre las cortinas, el sol parece desvanecer su cara como a un vampiro, saluda a Arlequín (una orquídea rosada que tiene, desde que vive solo.) le riega agua, la consiente y la deja en la ventana para que le dé un poco mas de sol. Voltea a ver el florero y en el sofá se encuentra con Amarilla, sentada con una sonrisita, una de esas que logra enloquecerlo, ella se pone de pie y comienza a bailar, muy loca como siempre, unas veces salta otras veces mueve sus caderas lento y a Simón solo se le iluminan sus ojos, (sensaciones de aspirina o tal vez de anfetamina que lo tienen llevado.)