La historia viva de nuestro Pueblo | Page 32

ESTHER KAGEN - JOSE BARASCH, Abuelos maternos de LEYLA LICHT Son muchas las vivencias y los recuerdos que marcaron nuestras vidas como judíos. Me voy a referir a la manera de cómo se celebraba el Shabat. Aunque soy hija única me considero perteneciente a la llamada familia numerosa, dada la cantidad de tíos y primos que nos reuníamos en casa de mis abuelos paternos. A ellos los pude disfrutar durante toda mi infancia porque tuvieron la suerte de estar en Argentina desde antes de la Guerra. No ocurrió lo mismo con mis abuelos maternos que quedaron en Europa y a los que no llegué a conocer. Sin embargo mi mamá llegó con todo el bagaje de tradiciones al extremo que mis abuelos paternos se sentían en mi casa como en la suya en lo que al cuidado religioso y la tradición respecta. Es así como mi mamá era la encargada siempre de preparar las comidas para el Shabat y todas las festividades de la que daban debida cuenta las cuarenta personas que siempre nos reuníamos en la casa de mis abuelos. Demás está decir que en esa época no había penetrado lo suficiente la cibernética y el culto a la familia se practicaba indefectiblemente y con sumo placer. Para nosotros, los chicos, era una verdadera fiesta reunirnos con nuestros mayores, y gozábamos especialmente con los rituales y los manjares que preparaba mi mamá con la diligencia y el amor que lo hacía más placentero. Sin duda alguna esto marcó mi respeto y admiración por nuestra rica tradición y es lo que traté de inculcarle a mis hijos y ahora a mis nietas. Quiera Dios que el avance de lo material no supere lo espiritual y que nuestros nietos sigan con la bandera de la tradición en alto y se sientan siempre orgullosos de su origen. Relato de nuestros abuelos Pag. 32 Bobe Sarita Tengo grabada en mi memoria cada seder de Pesaj que se realizaba en casa de mis padres, porque esa noche yo tenía la costumbre de mirar al cielo y ver que siempre la luna estaba en cuarto creciente y llamaba poderosamente mi atención. Mis abuelos tenían una sinagoga en su pueblo (se llamaba Ludma)y eran muy religiosos. Mi padre era solamente tradicionalista pero muy respetuoso de las festividades judías. Fuimos tres hermanos, Moises, Isaac y yo. La mesa de pesaj brillaba en todo su esplendor. La comida esparcía su perfume por toda la casa. Nos sentábamos, papá en la cabecera, mamá y nosotros tres. Comenzaba la lectura de la Hagada, primero en hebreo,s e detenía en diferentes párrafos y los traducía todos en castellano. Nosotros los chicos llegaba un momento que queríamos comer, pero no, nos costaba mucho esperar que terminara casi todo y no nos dábamos quizás cuenta de la maravilla que vivíamos. Al final cantábamos todos juntos, celebrando la libertad que fue para nuestro pueblo. Lo recuerdo toda la vida con mucha alegría y hoy día sigue como herencia en nuestra familia. Relato de nuestros abuelos Pag. 33