ESTHER KAGEN - JOSE BARASCH, Abuelos maternos de LEYLA LICHT
Son muchas las vivencias y los recuerdos que marcaron nuestras vidas
como judíos. Me voy a referir a la manera de cómo se celebraba el Shabat.
Aunque soy hija única me considero perteneciente a la llamada familia
numerosa, dada la cantidad de tíos y primos que nos reuníamos en casa de
mis abuelos paternos. A ellos los pude disfrutar durante toda mi infancia
porque tuvieron la suerte de estar en Argentina desde antes de la Guerra.
No ocurrió lo mismo con mis abuelos maternos que quedaron en Europa
y a los que no llegué a conocer. Sin embargo mi mamá llegó con todo el
bagaje de tradiciones al extremo que mis abuelos paternos se sentían en mi
casa como en la suya en lo que al cuidado religioso y la tradición respecta.
Es así como mi mamá era la encargada siempre de preparar las comidas
para el Shabat y todas las festividades de la que daban debida cuenta las
cuarenta personas que siempre nos reuníamos en la casa de mis abuelos.
Demás está decir que en esa época no había penetrado lo suficiente la
cibernética y el culto a la familia se practicaba indefectiblemente y con
sumo placer. Para nosotros, los chicos, era una verdadera fiesta reunirnos
con nuestros mayores, y gozábamos especialmente con los rituales y los
manjares que preparaba mi mamá con la diligencia y el amor que lo hacía
más placentero. Sin duda alguna esto marcó mi respeto y admiración por
nuestra rica tradición y es lo que traté de inculcarle a mis hijos y ahora a
mis nietas. Quiera Dios que el avance de lo material no supere lo espiritual y que nuestros nietos sigan con la bandera de la tradición en alto y se
sientan siempre orgullosos de su origen.
Relato de nuestros abuelos
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Bobe Sarita
Tengo grabada en mi memoria cada seder de Pesaj que se realizaba en casa
de mis padres, porque esa noche yo tenía la costumbre de mirar al cielo
y ver que siempre la luna estaba en cuarto creciente y llamaba poderosamente mi atención. Mis abuelos tenían una sinagoga en su pueblo (se
llamaba Ludma)y eran muy religiosos. Mi padre era solamente tradicionalista pero muy respetuoso de las festividades judías. Fuimos tres hermanos, Moises, Isaac y yo. La mesa de pesaj brillaba en todo su esplendor.
La comida esparcía su perfume por toda la casa. Nos sentábamos, papá en
la cabecera, mamá y nosotros tres. Comenzaba la lectura de la Hagada,
primero en hebreo,s e detenía en diferentes párrafos y los traducía todos
en castellano. Nosotros los chicos llegaba un momento que queríamos
comer, pero no, nos costaba mucho esperar que terminara casi todo y no
nos dábamos quizás cuenta de la maravilla que vivíamos. Al final cantábamos todos juntos, celebrando la libertad que fue para nuestro pueblo. Lo
recuerdo toda la vida con mucha alegría y hoy día sigue como herencia en
nuestra familia.
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