Chiche, abuela de Lara Taragan.
Abuelos de Federico Giler
Recuerdo que para el Seder de Pesaj nos reuníamos en familia y preparábamos los distintos platos típicos. Todas mis hermanas y yo nos peleábamos por quien se sentaba al lado de nuestra abuela. Al final de la
cena buscábamos la matzá y recibíamos un premio por encontrarla. Los
adultos contaban historias de sus vivencias. Recuerdo que los mayores
volcaban en un balde un vaso de vino y otro de agua mientras se rezaba,
luego eso se descartaba.
Querido Fede, cuando nos enteramos que teníamos que escribir algo sobre
un evento en relación al Sidur sabíamos que no podíamos contarte nada,
porque en nuestra época no existía la entrega del Sidur como tampoco
la del Tanaj al menos en el shule al que yo fui. Pero de la Sinagoga sí,
puedo decirte que era toda una fiesta ir en los Jaguim al Templo todos los
primos juntos para saludar a nuestra Bobe (tu bisabuela) que se quedaba
todo el día rezando y nosotros después de saludarla recorríamos todos
los templos del barrio y la pasábamos bárbaro. Pesaj es diferente. ¿Por
qué? Porque aún conservo los olores y sabores del Guefiltefish, olores que
se mantenían en toda la casa. Y de los Kneidalaj con sopa de pollo, y la
familia toda reunida alrededor de la masa. En el centro la Matzá con la
Keara la copa para Eliahu Hannaví y la lectura de la Hagadá. En Pesaj se
dice VEIGADETA LEBINJA y le contarás tus hijos, porque todo pasa de
generación en generación. Esperamos que nuestros nietos no se olviden
de los olores y sabores que hay en la casa de la Baba y del Zeide de los
Sedarim que festejamos acá, con la lectura de la Hagadá en la cual cada
hijo y nieto leen algo. Ojalá hayamos podido transmitirle la continuidad
da nuestro ser judío. Porque esclavos fuimos una vez en Mitzraim y ahora
somos libres en nuestra propia tierra ERETZ ISRAEL.
Relato de nuestros abuelos
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