FISCHMAN ALIZA, abuela de Uriel Fischman
Luis y Cecilia Pozner, Zeide y bobe de Micaela Iara Pozner
Un IOM-KIPUR diferente. Año 1960. Estoy en el MAJON GRINBERG
cursando estudios para mi futuro desempeño docente. Es la mañana de
IOM-KIPUR en IERUSHALAIM. La ciudad amanece distinta: se respira otro aire, otra espiritualidad. Salgo hacia el BEIT-KNESET, quiero
unirme en TEFILÁ que ese día es más conmovedora, más estremecedora.
Ante mis ojos se despliega una imagen impactante: una multitud, gente
de todas las edades, con ropas blancas, los niños con medias también blancas, los hombres envueltos en sus TALITIM y apuran el paso, Majzor en
mano, hacia los Batei-Kneset. Y esta imagen me proyecta hacia otros lugares, otros tiempos de la vida de mis ancestros en su Europa Oriental. ¡Qué
bella se ve hoy la ciudad! Con sus piedras blancas, su cúpula dorada, la
magia de sus callejuelas… Setiembre 2013. Días de IAMIM NORAIM.
Se acerca un nuevo IOM-KIPUR, muy distinto de aquel, muy distante
geográficamente y esta vez junto a mi querida y hermosa familia: mis
hijos y mis nietos volveremos a recrear, con el mismo espíritu de aquel
lejano IOM-KIPUR, los valores que nos sostienen a través de los siglos,
renovando la vida de nuestro pueblo.
Rosh Hashaná: El templo, Shil, estaba dividido hombres de mujeres con
una cortina que no se veían un@s a otr@s. Acompañaba a mi bobe que
llevaba varios libros, no sé si todos eran para ella porque alrededor de la
mesa que se sentaban había varias mujeres y se repartían o a veces leían
juntas, escuchando lo que indicaba la voz de un Sr, era el Rabino (pero
no lo veíamos porque estaba del otro lado de la cortina). Cuando los chicos nos aburríamos porque no entendíamos lo que decían nos íbamos al
patio de al lado, cubierto y sin nada más que paredes y techo a jugar entre
nosotros ¡era muy divertido! Porque hacíamos barullo con los juegos y
salía alguien de la sala de rezos y nos decía ¡SHHH! Volvíamos para el
momento solemne del shofar. Para festejar Rosh Hashaná nos compraban
ropas “porque era importante estrenar algo para recibir el año” (medias,
calzoncillos) Mi papá me llevaba al templo que era muy imponente: el
templo de Libertad, saludar a mi Zeide y con la mano hacia arriba, porque
las mujeres estaban sentadas en la parte superior a mi bobe, ella se ponía
muy feliz cuando me veía.
Iom Kipur: Acompañaba a mi papá a decir Izcor y a los chicos nos dejaban
afuera, porque no se debía estar. Volvíamos del Shil y nos juntábamos en
la casa de mi bobe y de mi Zeide, que habían dejado preparado kijelej que
acompañábamos con té para romper el ayuno lentamente.
Pesaj: En mi casa había parras o vides, con uvas negras que cubrían el
patio. En el mes de febrero, más o menos, mi papá cortaba los racimos de
uva y preparábamos con mi bobe y mi mamá lo que sería el vino para Pesaj. Había unas damajuanas en las que poníamos uvas y azúcar, un poco y
un poco. Las damajuanas iban al sol y teníamos que cuidarlas de la lluvia
porque no las tapábamos con corcho sino con una tela atada alrededor del
pico... Para el mes de abril o fines de marzo colábamos el vino en una especie de ceremonia en la que siempre probábamos un poquito “a ver cómo
nos había salido este año el vino”. Para filtrar el vino y pasarlo a botellas,
poníamos un embudo con algodón y a los chicos nos encantaba comer las
uvitas que quedaban arriba, aunque mucho no nos dejaban. Cuando llegábamos a la casa de mi bobe, nos preparaba algo riquísimo: bubele, que lo
hacía mezclando matze meil, vino, azúcar y huevo, quedaba como un gran
latke ¡MMMMMM! ¡Riquísimo!
Relato de nuestros abuelos
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