Rosa y Benjamín Beslavsky, abuelos de Alex Beslavsky
Zeide Juli, abuelo de Juan Brande
Cuando leo el título de este libro “La historia viva de nuestro pueblo, de
inmediato me viene a la memoria, el camino que le ha tocado recorrer al
pueblo judío y que está en la Tora, en los libros proféticos, poéticos y en los
Sidurim. Cuantos buenos momentos y cuantos malos momentos, cuantos
hechos hermosos y cuantos no, cuantas alegrías y cuantas tristezas. Todo
ello, lo asocio con nuestra vida diaria. Es por eso, cuando me preguntan
¿cómo te va? ¿Cómo estás? ¿Cómo van tus cosas?, me gusta contestar lo
que dijo un poeta: “ estoy haciendo el camino al andar”, a veces el camino
esta entero, libre, sin obstáculos y otras veces el camino está con pozos,
piedras, intransitable. Pero, como el pueblo judío, estaré siempre firme,
con mucha fe y con fuerzas, para seguir siempre adelante. Esta es la enseñanza de vida, que les transmito a mis hijos y nietos.
Cuando yo hice mi Bar Mitzvá me preparó mi Zeide que era un anciano
de barba blanca, que había sido jazán en su juventud en su pueblo en
Polonia. El trabajo de aprender a leer toda la Haftará con la entonación
musical fue muy arduo. Pero con un maestro que había sido jazan y yo
que me defendía bastante con un poco de oído musical, llegamos a hacer
un buen trabajo juntos y los dos nos lucimos en mi Bar Mitzvá en templo
del barrio de Villa Devoto donde yo viví en mi infancia. Pero acá no termina la historia. Ahora que yo también soy Zeide lo comprendo bien a él
y se lo que significa estar orgulloso de un nieto y lucirse con él: mi Zeide
quiso que yo aprendiera una nueva Haftara que correspondía a un nuevo
Shabat y lo hiciera en el templo al cual él iba siempre y frente a sus amigos
y vecinos. El resultado de esto, fue que yo tuve que hacer una nueva preparación y tuve dos Bar Mitzvot en vez de uno. Fue un trabajo duro pero
al día de hoy lo recuerdo con mucho amor y estaría dispuesto a repetirlo.
Mi Zeide se lució con su nieto, yo hasta el día de hoy me luzco y disfruto
con su recuerdo...y con el tiempo también entendí lo que es sentirse muy
orgulloso de mis nietos.
Pedro Brande, abuelo de Juan
A veces un majzor no es solamente un libro de oraciones. Puede ser más
que eso, puede también reflejar recuerdos y emociones muy especiales.
Hace muchos años recibí de regalo un Majzor muy lindo, lindo por dentro
y lindo por fuera. Ese libro de oraciones había sido de mi hermano Jaime
que, siendo soldado en Israel, falleció en la guerra de los seis días. A mi
hermano lo quería profundamente y por esa razón, su esposa me envío
desde Israel el Majzor que le había pertenecido. Cada año cuando llega
Rosh Hashaná y nos reunimos en familia, abro el Majzor para leer y me
vienen a la memoria un montón de recuerdos que me causan mucha emoción. Estoy seguro que este libro que fue parte de la vida de mi hermano
y ahora de la mía, seguirá siendo parte de nuestra familia y continuará
acompañándonos como hasta ahora a lo largo de nuestras vidas. Espero
que el Sidur que recibís hoy, te acompañe durante tu vida colectando recuerdos y emociones únicas y especiales.
Relato de nuestros abuelos
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Relato de nuestros abuelos
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