La Falsificación de la Realidad La Falsificación de la Realidad | Page 343

Norberto Ceresole género humano". La destrucción de Genos. Algo mucho más grave que la anticuada destrucción de Ethnos, practicada por los germanos, esa etnia antropológicamente diferente. Y también sabemos, por supuesto, que el "crimen contra el género humano" es un elemento consustancial del Islam. En Un crimen contra el género humano (Fuente: El País Digital del 2 de febrero de 1998, Nº 640, y un extenso número de publicaciones en todo Occidente, en todos los idiomas y al mismo tiempo, casualmente), el judío alsaciano André Glucksmann, antiguo teórico de la guerra de liberación campesino-maoísta, nos informa que la relación entre Islamismo y terrorismo religioso representa una lógica esencial. Glucksmann lleva hasta el límite el nuevo Hiper-Mito del terrorismo islámico argelino. "Para inmolar niños en serie hace falta una fuerza de convicción poco común. El cuchillo del asesino es un cuchillo de ritual. Su crimen es una ‘ofrenda a Dios’ y le ‘acerca al paraíso’… El terrorismo Islámico golpea cada vez más, a cualquiera, en cualquier sitio, en cualquier momento. Es teológico. Jura que purifica constantemente a la sociedad en su conjunto." Muchos ingenuos habían creído que en la construcción del Mito del "Holocausto" se había llegado a definir al "mal absoluto". Nada de eso. Ahora sabemos que existe un mal absoluto-mucho-más-absoluto, un mal absoluto elevado a la enésima potencia. Ya sabemos cómo se llama: crimen contra el género humano, y quién lo produce: el Islam: "Al clavar a la pequeña víctima sobre la puerta de su casa familiar, el asesino arroja a la faz del mundo la Buena Nueva que le excita: los tabúes más universales quedan anulados. No se mantiene ninguna prohibición, ni la del sexo, cuando el hermano entrega a su hermana al emir, y después a la tropa, ni la de la sangre, cuando regresa a su pueblo para purificarlo masacrando a sus parientes. La prohibición del incesto y la prohibición de la violencia sin límites son los dos vetos de valor universal que estructuran cualquier comunidad humana. Al rechazar uno y la otra, el terrorismo Islámico se eleva por encima de la humanidad, ‘hace de Dios’ y cae en la más espantosa inhumanidad". Ahora ya sabemos con toda exactitud quién es el enemigo, el oponente de esta guerra "intercivilizaciones". Pero ese enemigo no es el enemigo de Occidente. Es el enemigo del cáncer judío que agota a Occidente. El judaísmo ha terminado de definir, bajo su responsabilidad, al "enemigo de Occidente", con la complicidad de Occidente. Otro "nuevo filósofo" judío-francés, Bernard-Henry Levy cita nada menos que a Albert Camus: "Nombrar mal las cosas es agravar la desgracia del mundo". Hay que recordar esta frase, dice Henry Levy, "a los que se niegan a darle a las matanzas de Argelia su nombre: matanzas islamistas, cometidas en nombre del Islam, y que, sin cuestionar el Corán, siguen siendo ininteligibles, si se las separa de este horizonte ideológico-político para comprender sus orígenes" ("Democracia Directa", El Mundo, Madrid, 8 de febrero de 1998). De pronto el judío Levy deja Argelia y pasa a ocuparse de Francia, se lleva las manos a la cabeza y exclama: "¿Qué hacer ante Jean-Marie Le Pen? …El Frente Nacional… asegura ser ‘republicano’. ¡Craso error! Es un partido que, por sus 343