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La Falsificación de la Realidad
por lo contrario, tendremos que vivir como esclavos anónimos de un modelo
económico, cultural y religioso único, aplicado a todos por igual en cada punto
del planeta.
Es por ello que el conflicto en el Mediterráneo oriental y el Asia central tiene en
estos momentos dimensiones de las que careció en su inicio. Y la más
importante de ellas es la dimensión religiosa. Ya sabemos que no podemos
seguir hablando de los judíos como simples "sionistas". Ellos ya se han
identificado ante el mundo como miembros de un grupo mesiánico dominador a
escala global, y como propietarios exclusivos de una "teología revelada" a la que
sólo tienen acceso los "elegidos". El llamado mundo occidental está siendo
impulsado a involucrarse en el conflicto del Oriente Medio a partir de
motivaciones religiosas, a partir de la falsa imagen de que este mundo -
Occidente- es un mundo judeo-cristiano. Cuando en rigor de verdad no existe
nada más opuesto al judaísmo que el cristianismo.
En estas últimas Navidades de 1997 el Papa Romano dio un nuevo paso en la
dirección de subordinar a la Iglesia Católica a la hegemonía teológica del
judaísmo mesiánico y apocalíptico: "Israel, el pueblo elegido de Dios del Antiguo
Testamento, fue elegido para traer al mundo al Mesías, el Salvador y redentor
de toda la humanidad".
Son millones las personas en Occidente que ven con creciente preocupación
cómo el catolicismo institucional se subordina progresivamente a la confluencia
judío-evangélica (protestante), que es la id eología imperial de la potencia
hegemónica. Hasta ahora en Europa y en Hispanoamérica se ha subestimado al
mundo católico no institucionalizado, o se ha presupuesto, según las
orientaciones ideológicas de la posmodernidad, que el mismo forma parte
automática de lo que el Iluminismo llamó "reacción".
Sin embargo, el católico no institucional es un "revolucionario natural", porque
su conciencia es una conciencia desgarrada. Desde esa conciencia desgarrada,
desde ese mundo pre-revolucionario puede surgir ahora una cultura resistente
en Occidente, ante esta victoria provisional del neoliberalismo. La Teología y la
Profecía católica original visionaron la nueva forma que hoy adopta,
provisionalmente, la historia: su forma homogénea universal. Es el tiempo del
Anticristo: "El Anticristo usurpará simplemente este ideal de unidad del género
humano en la institución perversa del Imperio Universal".
En el capítulo 5 de este libro hemos visto cómo sobre la falsa imagen de la
Historia Negra de España se edifica la apoyatura de un Mito Destructor cinco
siglos después. Estamos pues no ante la historia, sino ante una teología de la
historia. Las imágenes ocupan el lugar de los procesos reales, y la ciencia es
reemplazada por la mitología.
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