Norberto Ceresole
El proceso de reconstitución de la Argentina ha quedado abierto a partir de las agresiones de Buenos Aires. Por la propia naturaleza demográfica de la sociedad argentina ese proceso de reconstitución deberá ser necesariamente etnocultural, etno-social y etno-territorial. Las agresiones propiamente dichas, pero sobre todo la cobertura que sobre ellas se ha realizado, con la apoyatura del Estado judío, han demostrado, más allá de las peripecias rocambolescas de la " investigación judicial ", que la actual estructura demográfica de la Argentina ha agotado su ciclo histórico.
Las principales " fallas " que se habían manifestado en la estructura de la sociedad argentina durante las últimas décadas tuvieron su origen en fisuras de origen étnico-cultural. La organización social, la formación y el disfuncionamiento de sus clases sociales, responde exactamente a una previa diferenciación etno-cultural. La distribución de la población sobre el territorio también tiene un fundamento etno-cultural. Pero sobre todo, ese fundamento etno-cultural fue la base oculta para que en el país funcionara un determinado sistema político y económico, y para que finalmente la totalidad de ese sistema se subordinara-de una determinada manera, radical y compulsiva- al proceso de globalización actualmente en curso.
El origen de la decadencia sin fin que sufre la Argentina arranca de la estructura de poder que finalmente adoptó la forma " moderna "( posinmigratoria) de su composición etno-social, bajo la forma de " crisol de razas ". Con toda seguridad hay una Argentina anterior a las agresiones del terrorismo judío. No sabremos si habrá una Argentina posterior. Sólo intuimos que si la hay, será otra Argentina. Debemos comenzar a pensar el futuro en términos etno-estratégicos. Lo que significa que la supervivencia radica en la posibilidad de construir otro perfil etno-cultural, basado en las percepciones de las grandes mayorías populares ya fundidas-integradas y autointegradas- cultural y étnicamente, con lealtades hacia adentro y no hacia afuera del Estado nacional.
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Este libro tiene como principal objetivo contribuir a desenganchar a la cultura occidental de raíz cristiano-católica del proyecto globalizador imperialista fundamentado en el judaísmo mesiánico y apocalíptico. Todos los impulsos globalizadores que pretenden arrasar a pueblos, naciones y culturas se fundamentan en una misma visión del mundo: aquella que la Iglesia Institucional Romana llama judeo-cristiana. El globalismo tiene sólo " un libro ": el Antiguo Testamento o Biblia Hebrea, un legado cultural que hoy comparten plenamente fundamentalistas judíos y evangélicos, en especial en los EUA, donde existe el único movimiento religioso de masas que es sionista y no judío. Por el contrario, nosotros hemos trazado una historia paralela de cinco siglos entre España y Alemania. Escribirlo en muy pocas páginas fue, en ese sentido, una tarea complicada( Ver Capítulo 5).
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