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La Falsificación de la Realidad
profunda "sobre la cuestión de la judeidad y del judaísmo" (36). Ante esta
licuación del ser judío emergen la "ortodoxia y la ultraortodoxia con respuestas
claras a estas cuestiones" (37), aun con puntos de vista divergentes entre sí.
Como lo señala el fundador de la sociología israelí, S.N. Eisenstadt (38), la
ideología sionista había sido un movilizador muy fuerte, no sólo por su
naturaleza fundacional, sino además por su proyecto de crear una sociedad
nueva, igualitaria, que representara la ruptura definitiva con el ghetto,
reinvindicadora de conductas voluntarias y voluntaristas. En esta sociedad los
elementos religiosos fueron finalmente marginalizados.
Las fuerzas de la historia que fueron creando ese Estado, finalmente, toman
muy poco en cuenta al proyecto fundacional original. La construcción política se
realiza bajo la presión de sucesivas olas inmigratorias -de muy distinto
contenido cultural unas de otras-; de guerras continuas cada una de ellas
percibidas de manera diferente por la sociedad israelí. Los nuevos inmigrantes
son en su mayoría mesiánicos. Y la guerra de 1967 -la conquista de lugares
santos judíos como Jerusalén y Hebrón- produce una unificación religiosa
profunda en la sociedad israelí. Otras guerras posteriores, como la del Líbano,
produjeron un efecto contrario, de desgaste y dispersión, que, sin embargo, no
llegan a anular al movimiento religioso que se postula como representante de la
nueva identidad judío-israelita, a pesar de sus profundas diferencias y
contradicciones internas que expresa ese movimiento.
Cada día con más intensidad, el sionismo fundacional es desplazado por la
nueva cultura identitaria de raíz religiosa. Ella está capacitada para legitimar
las guerras actuales y futuras de Israel en nombre de principios bíblicos: "Las
guerras de Israel están ligadas a la promesa divina concerniente a la posesión
de su tierra, ...el Eretz Israel... pero su posesión está estrechamente ligada a la
fidelidad del pueblo de Israel a la alianza realizada con Dios en el desierto del
Sinaí y a la observancia de los mandamientos divinos" (39). Guerra y religión
son dos aspectos que se entrelazan y se complementan mutuamente en estos
tiempos que corren. Ello nos señala un futuro cada vez más claro en relación a
los rasgos que irá asumiendo sucesivamente la identidad judío-israelita y su
creciente preparación -para utilizar una distinción talmúdica- no sólo para las
guerras prescriptas, sino además para las guerras permitidas (40).
Las guerras futuras del judaísmo israelí serán en su mayoría guerras
permitidas (milhemet rechout), según el Talmud. Ello provoca dos situaciones
que no estaban contempladas en la cultura sionista fundadora. La alianza del
sector mayoritario (halcones) del movimiento religioso con el nacionalismo más
intransigente del viejo tronco sionista: los herederos ideológicos del revisionista
Jabotinsky, y la conexión de ese nacionalismo con el mesianismo del Tercer
Templo: la urgencia por realizar y definir la próxima guerra tiene una estrecha
relación con la llegada del Mesías Ella sólo se producirá cuando el Eretz Israel
llegue a los límites geográficos (imprecisos) prescriptos por la Torah.
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