La Falsificación de la Realidad La Falsificación de la Realidad | Page 106

La Falsificación de la Realidad de la estructura poblacional final de la Argentina, el peronismo fue la expresión política que ocupó el espacio prioritario, en tanto origina su perfil demográfico fundacional. Fue el equivalente a la identidad nacional. Las gentes que integraron el peronismo (que fue algo muy distinto al "partido justicialista" actual, de matriz neoliberal) fueron las "gentes de la tierra". A mediados de los años '40 de este siglo, a través del peronismo, se produjo una extraordinaria fusión étnica en la Argentina: a partir de allí se originó el perfil demográfico actual de ese país. En ese preciso sentido, el peronismo fue un movimiento fundacional. Los oponentes del peronismo, quienes lo han combatido de una manera violenta e inmisericorde, fueron todos, o casi todos, miembros de una "raza blanca", parte de ella asquenazi, o asquenazi, (2) y, por supuesto, no integrada. Naturalmente, en el peronismo hubo multitudes de individuos provenientes de otras etnias y de otras culturas europeas. Pero ellos estaban integrados, asimilados. Que el combate peronismo-antiperonismo tenga hoy, también, una lectura antropológica, es algo lógico y natural. Los miembros de la etnia esquenazi no integrada eran -y son- una parte crecientemente significativa dentro del bloque de los detentadores del poder económico, social y cultural. Es por eso que esa clase-étnica (burguesía y pequeña burguesía blanca-judía) combatió al peronismo de forma tan violenta, aunque "en representación" de la llamada oligarquía, o burguesía terrateniente. Esa clase explotadora "representada" había experimentado una importante disminución de poder durante los dos primeros gobiernos, democráticamente consensuados, del general Perón. La "revolución" que derriba al peronismo en 1955 fue una acción militar salvaje, sangrienta al mejor estilo Libro de Josué, cometida por la etnia blanca no integrada. Desde un principio, desde sus primeros esbozos organizativos en el país, los judíos esquenazis se manifestaron violentamente antiperonistas, a pesar de las enormes ventajas que les proporcionó el peronismo. Esa etnia blanca no integrada reprodujo en la Argentina, con exactitud milimétrica, el odio herzliano (3) y, en definitiva, toránico, hacia los indígenas, o "gentes de la tierra". Esa actitud antropológica del judaísmo radicado en la Argentina representó la más fuerte oposición a la fusión étnica y a las asimilaciones culturales múltiples que facilitó el peronismo gobernante entre mediados de los '40 y mediados de los años '50. En ese sentido, su coincidencia total y sistemática con la "clase patricia"(4) fue emblemática. Esa confluencia expresa algo más que un reiterado acuerdo político coyuntural entre la "clase media blanca" y la hoy devenida oligarquía financiera, firme sostén de la "globalidad". El judaísmo en la Argentina se instaló como antiperonismo sistemático a partir de una firme alianza -hoy más fuerte que nunca- entre sus orígenes marranos y su continuidad asquenazi. Ello significa que su proyección política y, sobre todo, cultural, haya emergido de esa alianza 106