La Falsificación de la Realidad
En líneas generales, y sin entrar ni en detalles ni en particularidades históricas específicas, la principal agrupación armada del socialsionismo, la Haganá, fue el producto de una intensa cooperación con las fuerzas británicas de ocupación: " En colaboración con los británicos..., Ben Gurion y los socialsionistas moderados pudieron montar un ejército clandestino muy rápidamente, bajo la protección del británico, e incluso armado parcialmente por éste..."( 21). Los grupos armados opuestos al socialsionismo planteaban en cambio una guerra abierta contra el imperio británico, "... guerra que habría de llegar tanto hasta la propia Inglaterra metropolitana como hasta el resto del Imperio "( 22). Este pensamiento era en general sostenido, hasta el momento de su muerte en 1940, por la línea revisionista de Zeev Jabotinsky, padre espiritual de Menahen Beguin, y tenía como principal impulsor a un personaje al que hoy la historiografía oficial israelí pretende ocultar y hasta ridiculizar: Abraham Stern.
Una vez publicado el Libro Blanco de 1939, no sólo las fuerzas del grupo Stern sino la totalidad del revisionismo sionista-incluyendo a los grupos que posteriormente conformarían el Irgún de Menahen Beguin- plantean una " guerra sin cuartel " contra el Imperio Británico. En este punto la lógica se impuso: esa guerra no se podía desarrollar sin el apoyo de la Alemania Nacionalsocialista.
Esta cuestión nos vuelve a introducir en el " mito del antifascismo sionista "( 23), que pretende ocultar que los grupos dirigentes sionistas alemanes mantuvieron una permanente negociación y una " política de compromiso y de colaboración con Hitler ". Esas negociaciones de los dirigentes sionistas no se limitan a los alemanes sino que implicaban también a polacos y a otras nacionalidades, que para desarrollar esas negociaciones, conformaron los " Consejos Judíos "( Judenräte). El objetivo de esas negociaciones era desarrollar la salida de los judíos de la Mitteleuropa hacia Palestina, política que era muy bien vista no sólo por Hitler sino también por la totalidad de la dirigencia nacional-socialista, incluidos Himmler y Heydrich. " Una minoría fuertemente organizada de dirigentes sionistas tenía la preocupación única de crear un Estado judío potente "( 24). Lo que representaba en la práctica una cosmovisión racista similar a la del nacionalsocialismo. Así, la primera evidencia que surgía era la existencia de un enemigo común representado por los británicos. Y la segunda es el escaso interés que ambas partes, en estas negociaciones, tienen en la suerte de las masas de judíos " integrados ". Ambas partes coinciden plenamente en la necesidad de trasladar-fuera del Nuevo Orden Europeo Nacional- Socialista- a millones de judíos " sionistas ", es decir, no asimilados. Esa gran movilización demográfica se debería realizar principalmente desde el Centro de Europa hacia Palestina.
Un testigo de la época, el escritor sionista Eliahu Ben-Horin, escribió un libro cuyo título en español es El Cercano Oriente: encrucijada de la historia( 25). En él relata detalles hoy ocultados por el judaísmo, y que resultan de una importancia extraordinaria para comprender las relaciones entre el Tercer Reich
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