Norberto Ceresole
entre el " marranismo " original de los " patricios fundadores " y los inmigrantes asquenazis, que comienzan a instalarse en el país desde finales del siglo XIX( 5).
Al expresar la cultura peronista original el hecho demográfico fundacional de la Argentina moderna, y la más acabada definición de la independencia nacional en un régimen de justicia social, no es extraño que los ataques hacia él hayan provenido y provengan de grupos étnicos, antiasimilatorios por definición, que expresan no sólo una fuerte vocación de poder sino, además, de apropiación. Como veremos más adelante, esos grupos son la " mayoría " minoritaria. Buscan la disolución de la cultura peronista original porque esa es la vía segura de la disolución nacional argentina.
Lo que hoy está en juego en ese país es la continuidad o la ruptura definitiva del proceso fundacional de fusión étnico-cultural iniciado en la segunda mitad de los años ' 40 de este siglo. No estamos hablando solamente del mantenimiento de la unidad nacional, sino de la misma supervivencia del país.
Sin duda alguna, en los sectores dirigentes del judaísmo instalado o residente en la Argentina está localizado el antiperonismo más radical. Fue un judaísmo antiasimilatorio que armonizó a la perfección con la cultura de la oligarquía terrateniente, edificada en función de la dicotomía herzliana " civilización versus barbarie ". En sus dos variantes étnicas, la criptojudía original y la esquenazi inmigrante, el judaísmo se manifestó sistemáticamente como rechazo étnico a los " indígenas ", como odio racial al proletariado nacional, a las " gentes de la tierra ". Exactamente igual a como se manifestó el sionismo, esa transitoria ideologización racionalista del judaísmo, en Palestina, a partir de su " partición " en 1947.
La naturaleza del peronismo fue su condición antioligárquica( justicia social) y nacionalista-popular. El peronismo nace de circunstancias históricas y socioeconómicas que serán irrepetibles de cara al futuro. Un nuevo movimiento nacional y popular emergerá a partir de la opresión que aportan las tecnologías de la globalidad. Y también a partir de la resistencia contra la guerra psicológica, económica y étnica desatada por la dirigencia judía contra la Argentina, ese nuevo movimiento deberá desarrollar su doctrina original( peronista) para adaptarla no sólo a los tiempos, sino a la misma supervivencia de la nación, sin la cual su función histórica carece de significado.
Los argentinos de la tierra deben ahora encarar y resolver, al nivel doctrinario y práctico, el problema central que hace a la misma supervivencia de la nación: no es posible admitir que en la sociedad argentina existan grupos étnicamente agresivos que no son argentinos( ni en lo cultural, ni en lo político, ni en lo económico, ni en lo religioso) pero que, sin embargo, están empeñados en poseer derechos políticos no sólo iguales sino superiores a las gentes de la tierra.
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