Bajo esta
institución
todo lo
conservar
demás.
perspectiva, toda persona,
o gobierno deben hacer
posible para ayudar a
la vida propia y la de los
Sobre esto, el SIAME señaló que en la
actualidad se considera que la
persona ha muerto cuando se le
declara muerte cerebral, daño que es
totalmente irreversible. Cuando esto
ocurre, aunque los órganos del cuerpo
se conserven funcionando, se
considera que la persona ha muerto.
Se recomienda y asegura que es
totalmente apropiada la donación de
órganos que aún se conserven
funcionando para así ayudar a que
otros sigan viviendo.
Sin embargo, mientras el cerebro siga
funcionando se considera que la
persona se mantiene viva, aunque
haya perdido motricidad (movimiento),
sensibilidad,
conciencia
(aparentemente), y capacidad de
comunicación.
En cuanto esto, la iglesia pide que se
haga lo posible y todo el esfuerzo para
ayudar a que la persona pueda seguir
manteniéndose con vida.
Por otra parte, el SIAME aseguró que
actualmente influye en las decisiones
de conservar o quitar la vida, el tema
del dolor y el sufrimiento, ya que
parece que con ellos no vale la pena
vivir, esto refleja el pensamiento de
una sociedad en la que solo es bien
visto el confort y el placer.
En este sentido, la Sagrada Escritura
y la Iglesia señalan que “el dolor y el
sufrimiento son parte de la vida misma
y pueden tener un sentido redentor”.
El informativo destacó que si la ciencia
determina que una persona está viva
y siendo tratada medicamente, se deja
de suministrarle la ayuda necesaria
para que continúe viviendo, en el
fondo se está cometiendo el delito de
asesinato, aunque lo disfrace de ‘no
se está matando, sino dejando morir a
la persona’. Esto resulta un acto
totalmente inmoral y ciertamente
contradictorio a lo que Las sagradas
escrituras y la iglesia tienen
determinado como un ciclo de vida.
Para finalizar, y acercándonos a el
Sacerdote Fernando Palacios, de la
Iglesia de “San Juanico”, nos comentó
lo siguiente; “Los seres humanos
somos mortales, por lo tanto, la
muerte forma parte de la vida y la
Iglesia es muy sabia cuando dice que
no hay que adelantar la muerte. Hay
que reconocer que existe un tiempo
para nacer y uno para morir. Cuando
una persona está gravemente
enferma, si no se puede curar,
tenemos que aliviarle y si no se puede
aliviar, debemos consolarle. Nunca
hay que dejarla sola. Lo más
importante es reconocer que la muerte
forma parte de la vida, pero hacer una
“acción obsesiva” por quitarla no”.