La Euforia, Dionysos y el Crucificado Revista Innombrable - Aquí y Ahora | Page 29

te has convertido en el extraño que tanto anhelabas!

Los dioses se deleitan en singular festín devorando tu carne.

Pálidos, inocuos, inconsecuentes son ustedes,

Se astillan en vanas realidades.

¿Qué tan brillantes son sus ideales?

¿Qué nuevos espejismos los deslumbrara?

Hacen de la vida una vacía burla

y de la muerte un vulgar miedo artificial,

de oropel, de falsas joyas son sus glorias y designios,

si supieran los horrores del devenir,

no estarían como puercos engullendo la basura que les ofrece el mundo.

Pálidos son los muertos que no saben que lo están,

pálidos, incestuosa es su ambición y culposos sus delirios,

ni siquiera escuchan los ecos de los viejos cantos

y las eufóricas danzas, ustedes monótonos

han depravado los dulces bosques.

¡Pero calla!

¡Calla espíritu, calla demonio, calla profeta,

que la ignorancia en su propio fango perece!

Progreso

Gracias, cielos maquinales,

bestia inmensa, sórdida y cruel.

Hemos entrado dulcemente en tu pulmón,

como vida para la muerte,

como sangre para el vampiro.

Somos figurillas casi invisibles e insignificantes,

ante tu gran y único ojo maligno,

sabemos morir pacientemente,

en tu lecho de metal oxidado,

como gangrena que roe la carne,

como ciegos que van al abismo.

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