ROSAS Macías Honti
ROJAS
Naomi
Rosas rojas
Bella rosa,
delicada rosa,
dulce y hermosa.
Fragancia embriagadora,
suave aroma,
se esparce en el aire
y se pega en la piel.
De pétalo sedoso,
de caricia como
piel de mujer
que no se puede tener.
Tierna rosa,
linda rosa,
noble y preciosa.
Tan sola,
tan frágil.
Sin ser amada,
sin ser cuidada.
Vuelo a su lado
en un segundo.
Con mis brazos rodeo
es lo único que protejo,
sin pausa ni sueño.
Fina rosa,
exquisita rosa,
encantadora y majestuosa.
No pienso, no la suelto,
pues caí en cuanto me alejo.
La sostengo con fuerza,
así, nunca, podrá olvidarme.
Todo solo para que no fuera,
nunca, a abandonarme.
CONFUSIÓN EN LA OSCURIDAD
Adrián García
Agarré una piedra que encontré en la jardinera de una residencia grande,
localizada sobre la avenida Hidalgo. Caminé hacia la ventana que estaba en
la planta inferior de aquella casa y la lancé. Un pequeño estallido, seguido
por el golpeteo de los vidrios que caían sobre la banqueta, inundó la calle.
Envolví mi puño derecho en una franela y retiré con cuidado los vidrios
que quedaron colgando del contorno de la ventana. Apoyé mi pie izquierdo
en las ranuras de los ladrillos bajo el ventanal y, usando toda la fuerza de
mis brazos, entré.
De inmediato, encendí mi linterna y saqué la navaja que siempre guardo
en el bolsillo. Comencé a caminar por el primer piso de la casa, a tientas.
Era una vivienda antigua, elegante, con decoración de corte clásico: candelabros dorados, réplicas de famosas pinturas del Renacimiento, y enormes
muebles de fina madera.
Comencé caminando por un extenso pasillo que tenía varias posibles salidas. La primera salida me llevó a la sala-comedor y a la sala. En la mesa de
centro de la sala había platos casi vacíos: sobras de queso y jamón serrano
acompañadas de los restos de una vela recién apagada. Sobre la mesa del
comedor, por su parte, se encontraba una canasta con rebanadas de pan y
un tazón con una gran variedad de frutas. Mi corazón comenzó a palpitar
violentamente, ya que todo lo que había sobre la mesa podía solo significar
una cosa: había más personas en la casa y no hace mucho que habían salido. No sabía si huir o continuar. Seguí caminando. Ya estaba ahí; el riesgo
ya estaba tomado. No podía arrepentirme a esas alturas.
Seguí adelante, con más miedo del que ya tenía. Salí del comedor y seguí
por el extenso pasillo. Entré a un cuarto en el que solo había dos sillones y
una televisión. A pesar de que la casa era de arquitectura tradicional, la televisión era la más moderna que estaba a la venta en las tiendas. La desconecté y la saqué al pasillo para llevarla conmigo cuando terminara mi labor.
Salí de ese cuarto y seguí recorriendo la casa. Tin… tin… tin. A lo lejos
escuché ligeras pisadas, provenientes de la planta superior de la residencia.
Era evidente que no estaba solo en la casona. Sentía que mi corazón estaba
a punto de salir de mi pecho y empecé a sudar. Era mi primer atraco y no
quería tener rehenes.
Me metí a la siguiente estancia. Era la cocina. Una típica cocina: sartenes,
latas, platos, un refrigerador y una pequeña televisión. Sobre el mostrador de aquella cocina, algún descuidado había dejado una laptop, tal vez
olvidada por la prisa de la mañana después del desayuno. Recordé que mi
hermano menor quería una, así que decidí llevarme la computadora. Salí de
la cocina y fui a colocarla a un lado de la televisión de la sala.
Caminé hasta el fin del pasillo y encontré la escalera para poder llegar a
la plan ф