El ser humano ha desarrollado, a través
de su historia, sistemas de vida en los
que además de la
energía necesaria para su subsistencia
biológica (alimento) consume energía
para mantener y desarrollar sus sistemas
culturales y satisfacer así necesidades
extraalimentarias (vivienda, transporte,
bienes y servicios,...). Para ello la
humanidad ha recurrido al uso de
distintas fuentes energéticas; en un
principio fue el fuego, la energía solar, la
energía animal, la energía eólica (viento),
la hidráulica (agua