A pesar de que adivino esta vez una
secreta complicidad entre mamá y
Esther para proteger la segunda
muñeca, no me siento pesimista:
ambas se duermen profundamente
por
las
noches,
la
caja
de
herramientas de papá está en el
mismo lugar y, después de todo, yo
ya tengo experiencia en la solución
del problema.