En 1895 Roentgen publica sus descubrimientos en las últimas diez páginas de la revista Actas de la Sociedad Físico-Médica. La reacción fue inmediata, todo el mundo esperaba saber más de su descubrimiento, científicos como biólogos y médicos, especialmente cirujanos, anhelaban tomar conocimiento de lo que él había llamado rayos X. Roentgen recibe en 1901 el premio nobel de física. Con un gesto de generosidad que le caracteriza, dio el dinero del premio para que la Universidad de Würzburg lo usase en la investigación. Sin embargo, la fortuna de Roentgen disminuyó, con la de la nación alemana al terminar la primera guerra mundial. Las enfermedades intestinales de la época agravadas por la mala nutrición de esos penosos años agotaron su salud, murió el 10 de Febrero de 1923, a la edad de 68 años. La aplicación de la radiografía al diagnóstico odontológico fue posible gracias al trabajo de C. Edmund Kells, un dentista de Nueva Orleans, y uno de los genios más innovadores de la profesión. Kells nace en año a 1856, se matriculó en el New York College of Dentistry, donde se licenció en el año 1878. Kells poseía además una curiosidad insaciable y genio para la invención; se le concedieron más de treinta patentes por aparatos de muy diversas aplicaciones: un extintor de fuego, un gato para los automóviles y el arranque y frenos que aun en día se utilizan en los ascensores. Fue el primer dentista en Estados Unidos en colocar corriente eléctrica en su consulta dental conectándolo a una central eléctrica, además construyó el primer motor dental accionado por corriente producida comercialmente. Y uno de sus inventos más destacados fue una bomba de succión que era muy práctica para absorber cualquier fluido que esté presente mediante una intervención, lo que resultó muy interesante no solo para los odontólogos, si no para cualquier campo de la cirugía. Kells, como inventos cuando tomó conocimiento del invento de Roentgen, inmediatamente encargó un equipo para construir su propia máquina radiográfica, la primera de América. Sus experimentos los realizó en su cuarto en su propia casa con una asistente y sin ningún tipo de conocimiento del tiempo de exposición de los rayos X, donde colocaba al paciente en una silla con los dientes apretados, no podía tragar saliva y no podía moverse ya que podría pasar a mover la película, con la cara apoyada contra una plancha bien sujeta para estabilizarla, colocaba un tubo al otro lado de la plancha. De este modo sin saberlo usaba un filtro que posiblemente evitó que el paciente se quemase durante las largas exposiciones. En julio de 1996, solo ocho mese después de la publicación del descubrimiento de Roentgen,
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