LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | Page 31
PARÍS
Me enseñaron las reproducciones de dos cuadros del maestro
español Berruguete, que representan escenas de la vida y la obra de
santo Domingo. Los originales cuelgan en el Prado, en Madrid.
En uno de los cuadros se queman herejes. La pira empieza a arder;
los sacrificados están atados a postes para que no puedan
salvarse. Pronto serán antorchas vivientes. El segundo cuadro
muestra a santo Domingo ocupado en quemar libros sospechosos
de herejía. Los pergaminos ya echan llamas. Un libro, sin
embargo vuela libremente por el aire. Ha encontrado el beneplácito
del Dios de Roma y no necesita desaparecer.
En la Rué de la Seine compré la Biblia traducida por Lutero para
volver a leer el Libro del profeta Isaías, donde ha quedado por escri-
to por qué Lucifer fue hecho caer y maldecido por Yahvé.
¡Cómo has caído del cielo, tú, hermosa estrella matutina! Pensaste
en tu corazón: "Quiero subir al cielo y elevar mi silla por sobre las
estrellas de Dios; quiero sentarme sobre la Montaña de la
Asamblea en el más lejano Septentrión; quiero viajar sobre las
nubes altas y ser igual que el Altísimo". ¡Irás al infierno, a la
caverna más profunda!
Has sido arrojado lejos de tu tumba como un gajo despreciable,
cubierto por muertos apaleados, traspasados por la espada, que des-
cienden a las piedras de la caverna como cadáveres seccionados. ¡Tú
no serás sepultado como cualquiera!
¡Se dispone que el que sacrificó a sus hijos no pueda engendrar,
ni heredar la tierra, ni emporcar el suelo de las ciudades! El Se-
ñor de los Ejércitos ha afirmado bajo juramento y dicho: ¿Qué
importa esto?, debe ir como yo pienso y permanecer como es mi
propósito. Porque el Señor de los Ejércitos, Sabaoth, lo ha decidi-