INTRODUCCIÓN
Después de una larga reflexión, que se ha prolongado por espacio de años, he llegado a una conclusión que, por mi experiencia vital, puedo resumir en unas cuantas palabras: « Dos cosas son infinitas: la estupidez humana y el universo. Y de esto último no estoy seguro ». Y para mi sorpresa e indignación, me han confirmado que me lo ha copiado un tal Albert Einstein, contra quien interpondré una demanda por plagio; ya veremos cómo se resuelve.
Confío en que ningún lector se escandalice por esta intervención pretendidamente ingeniosa que traigo a colación, porque el título de este ensayo se encuadra perfectamente en la magnífica sentencia de aquel sabio dotado de un gran sentido del humor. En efecto, la historia de la humanidad, desde tiempos remotos, evidencia que el comportamiento humano de una ingente marea de individuos, mayormente dirigentes, ha desempeñado un papel preeminente en corroborar la certeza de la citada sentencia.
Podría asimismo expresarse como el comportamiento contradictorio de una gran mayoría de individuos que, en aras de la codicia, adoptan unas decisiones con la finalidad de alcanzar la felicidad y, finalmente, para él y para la comunidad